Lo mejor que le había dado la vida a Paco de Lucía (Algeciras, España, 1947) era la guitarra, con la que podía expresarse sin esas palabras a las que tanto le costaba recurrir y en cuyas manos se fusionó el flamenco con otros estilos musicales, como la música clásica o el jazz.

El artista falleció ayer a los 66 años en un hospital de Cancún (México), a causa de un infarto masivo. De Lucía comenzó a sentirse mal cuando estaba en la playa jugando al fútbol con su hijo Diego, de 10 años.

La noticia fue recibida como un auténtico mazazo por su familia, que remitió un comunicado oficial en el que destacan que “no hay consuelo” ni para los que lo conocían, ni para los que lo querían sin conocerlo, y que “el dolor ya tiene fecha” para este clan artístico.

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Hombre tímido, austero, poco amigo de multitudes, protector de su intimidad y de la de su familia, se convirtió en uno de los mejores guitarristas de todos los tiempos y en un defensor del flamenco, “una música que nunca fue a la escuela, que viene de la emoción”.

En el camino que lo llevó a este reconocimiento mundial hubo premios muy importantes, como el Príncipe de Asturias de las Artes, en el 2004.

En su intensa trayectoria, reconocida también cuando en el 2010 fue investido doctor honoris causa por el Berklee College of Music de Boston (EE.UU.), siendo el primer español en conseguirlo, siempre tuvo muy presente la figura de su padre. Por problemas económicos, Antonio Sánchez Pecino lo sacó de la escuela e hizo que dedicara su tiempo a tocar, a practicar, a estudiar muchas horas, haciéndose fundamental en su carrera.

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Este trabajo dio frutos, y desde el primer disco que grabó a los 20 años los éxitos se sucedieron. “Mi carrera me la he pateado yo solo. Primero llenaba dos filas de un teatro; luego tres, y cuando se llenó, se llenó para siempre”, recordó.

Los sonidos que brotaban de su guitarra, llamas flamencas que atravesaban la atmósfera, no se parecían a ninguno. Después de pasar la mayor parte de su vida con una guitarra en las manos, sorprendía con novedosas series de acordes, armonías complejas, modulaciones insospechadas y ritmos que lo alejan de los cánones del flamenco, pero que, sin embargo, hacían que nada sonara más a este género popular andaluz.

Mi carrera me la he pateado yo solo. Primero llenaba dos filas de un teatro; luego tres, y cuando se llenó, se llenó para siempre.Paco de Lucía, guitarrista