Su hábitat conformado de tierra arenosa, rocas, troncos y árboles espinosos se reduce a una franja que está entre los 1.300 metros sobre el nivel del mar hasta la cumbre del volcán Wolf de 1.700 m en la isla Isabela, la más grande de Galápagos.

Allí, en medio de un inhóspito ecosistema forjado de erupciones volcánicas, sobrevive la iguana rosada (Conoluphus martahe), cuya piel posee un tono rosado que se mimetiza en el ambiente. Esta especie se encuentra en peligro crítico de extinción. Su población oscila entre los 450 y 500 ejemplares, según el último conteo realizado en enero pasado.

La iguana rosada evolucionó aislada y ahora enfrenta amenazas que los científicos del Parque Nacional Galápagos (PNG) esperan mitigar con un programa de crianza en cautiverio que se aplicará desde fines de este año.

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Antes deben despejar dudas sobre su proceso reproductivo, dieta y comportamiento. Lo que se sabe de la última especie terrestre identificada en las encantadas aún es poco desde que se la identificó por primera vez en 1986. El reconocimiento como especie nueva llegó recién dos décadas después de este avistamiento, cuando se realizaron análisis genéticos con el apoyo de la Universidad Tor Vergata de Roma (Italia).

En estos estudios se determinó que la iguana rosada data de hace 5,7 millones de años, cuando la especie se separó de su antecesor común. Es incluso más antigua que las otras dos especies de iguanas terrestres de las Galápagos: la Conolophus subcristatus o iguana amarilla (presente en la mayoría de las islas y que comparte el hábitat en Isabela con la rosada) y la Conolophus pallidus (que vive solo en la isla de Santa Fe), que datan de hace un millón de años.

Según estudios realizados, la iguana rosada es la más antigua de la emersión de la isla Isabela. El aislamiento en el que evolucionó y el difícil acceso a su hábitat han jugado en contra para estudiar la especie, dice Jorge Carrión, responsable del proceso de investigación aplicada del PNG. El investigador cuenta que para observar un ejemplar es necesario ascender a la cima del Wolf por senderos escabrosos en una caminata de doce horas desde la playa.

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Una última expedición en busca de ampliar el conocimiento de la especie se dio en enero pasado cuando Carrión junto con un grupo de científicos del PNG acamparon por diez días en medio del hábitat de la iguana rosada. Allí se identificó por primera vez a dos ejemplares adolescentes de entre 5 y 7 años que están a punto de entrar a su etapa de reproducción y a una cría de una semana de edad que está en análisis para determinar si es de la especie rosada o amarilla.

La idea es identificar a diez parejas de iguana rosada para que sean trasladadas a la isla Santa Cruz, donde se realizará el programa de crianza en cautiverio. En la última visita no pudo identificarse a alguna hembra ovada, ni nidos.

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Luego de conocer con exactitud los periodos de cortejo, cópula, anidación y eclosión de los huevos y más información de la biología de la iguana rosada, se tiene previsto iniciar la crianza en cautiverio.

El carácter territorial y huraño de la especie que huye de la presencia humana es otra de las dificultades, dice Carrión, aunque la crianza en cautiverio es inevitable para evitar su extinción: “La intervención es necesaria porque su población es muy pequeña y vive en un lugar remoto y restringido. De lo contrario se extinguirá”.

Washington Tapia, investigador que hasta esta semana trabajó en el proyecto del PNG, afirma a Efe que para el caso de la iguana rosada se deben adecuar corrales con seguridades para evitar que los ejemplares trepen y se escapen.

Además, Tapia explica que es difícil lograr que los ejemplares acepten la alimentación que se les ofrece, por lo que la dieta debe complementarse con vitaminas y minerales obtenidos de las propias plantas.

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Al momento ya se han establecido algunas diferencias respecto de la amarilla. La rosada, por ejemplo, frecuenta lugares con más sombra y compite con las otras iguanas en la búsqueda de lugares adecuados en la tierra arenosa para hacer los nidos y colocar sus huevos.

La presencia de especies introducidas, como los gatos, que presumiblemente capturarían a los ejemplares más pequeños, sería otra de las amenazas, aunque esto último aún está en investigación, dice Carrión.

Los expertos han encontrado que uno de los principales elementos de la dieta de la iguana rosada es una planta llamada Lippia rosmarinifolia. “Si no tenemos esta iguana, perdemos la planta, porque no tenemos quién disperse sus semillas”, dice Tapia, quien agrega que hay especies vegetales cuyas semillas necesitan pasar por el tracto digestivo de las iguanas para que puedan germinar.