Los hoteles por horas para parejas fieles o infieles son un invento japonés del periodo Edo (1603-1867), que se fueron reconvirtiendo y adaptando a los gustos de cada época.

Sus nombres suenan raro -Hotel Juke Box, Rose Lips, Stylish- y sus aspectos son cada vez más delirantes, en busca de una identidad para sobrevivir primero ante la censura y ahora en la selva de internet.

Un lunes a la hora del almuerzo, solo dos de las 34 habitaciones del Two-Way, un "Love Hotel" del animado barrio tokiota de Shibuya, permanecen vacías.

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"A esta hora, están ocupadas sobre todo por parejas adúlteras. Por la noche, son más bien parejas de jóvenes", admite el gerente, Masakatsu Tsunoda, en el sector desde hace 15 años.

La frecuentación aumenta el Día de los Enamorados. Los huéspedes son de todas las edades. Y las prestaciones claras: habitaciones con camas y bañeras sobredimensionadas, por 40 a 70 dólares (30 a 50 euros) por unas horas o por 100 dólares la noche completa, con opción de cena o desayuno.

Pero las parejas que vienen aquí no sólo lo hacen por falta de otro lugar. También hay parejas casadas, que encuentran el lugar estimulante.

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"La gente no viene sólo por una cuestión práctica, como los que no están casados o los que no viven juntos. Hay esposos que vienen porque cambiar de ámbito acentúa el erotismo", certifica un cliente ocasional.

Tsunoda explica que "lo ideal", desde un punto de vista empresarial, "es tener cuartos en los que cuatro parejas se suceden a lo largo del día".

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El anonimato y la discreción son las normas en esta sociedad tradicional, aunque "los jóvenes, incluso las mujeres, ya no tienen vergüenza de venir", agrega.

Un panel luminoso a la entrada muestra las habitaciones con sus instalaciones, para que las parejas pueden elegir.

"Los Love Hotels son una idea japonesa que remonta al periodo Edo. No se llamaban así, pero un hombre y una mujer podían alquilar una habitación por un plazo limitado. Antes de la guerra, hubo muchas variedades de ryokan (hoteles nipones), muy parecidos ya a los Love Hotels", expone Ikkyon Kim, una universitaria especializada en este aspecto de la cultura local.

Pero esos establecimientos se multiplicaron rápidamente y se modernizaron en los años 1950-60.

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"Correspondían a una necesidad. La gente vivía en apartamentos pequeños y para las parejas no era nada fácil encontrar un momento de intimidad en un cuarto donde por la noche se desplegaban los futones para que durmiera toda la familia", agrega Kim.

"Los tradicionales hoteles de madera se convirtieron entonces en edificios de hormigón, con habitaciones con camas grandes, televisiones en color, bañeras y otros equipos que no existían en las casas", explica.

Y en los años 70 se dieron a la invención y la fantasía, con formas de castillos, camas giratorias, baños con burbujas y habitaciones temáticas. Todos se copiaban entre sí y el negocio funcionaba: la demanda era grande en esa época festiva y de emancipación de la mujer.

Los Love Hotels no podían hacer publicidad, pero soslayaron el obstáculo recurriendo a nombres y fachadas extravagantes, que no se prestaban a confusión sobre su utilidad.

En los años 80, una década de movida en la que todo o casi todo parecía permitido, se multiplicaron de manera imparable. Pero la tendencia se frenó en los años 90.

Actualmente, según los responsables del sector, hay en Japón de 20.000 a 30.000, de todo tipo y categoría, registrados como "establecimientos de placer" o sencillamente como hoteles. Y mueven alrededor de 4 billones de yenes al año (40.000 millones de dólares, 29.000 millones de euros).

Los propietarios no se vieron muy afectados por la crisis, aunque las cosas "no están tan bien como antes", admite Tsunoda. El peligro es otro: la necesidad de responder a competidores que han sabido explotar las posibilidades de internet y de las revistas especializadas.

"Antes las parejas iban al primer hotel que encontraban, pero con la web y los smartphones pueden comparar y elegir según los comentarios, como con los restaurantes. Eso hizo mas difícil la vida de los gerentes que no pueden brindar más servicios o renovar sus instalaciones", afirma la universitaria Kim.

La gerente de The Rock, un Love Hotel en las afueras de Tokio, lamenta que sea "cada vez más difícil diferenciarse, proponer equipos nuevos que la gente no tenga ya en sus casas".

Los tiempos además han modificado las costumbres y los roles.

"Ahora son cada vez más las mujeres quienes eligen; y son más exigentes", dice Kazue Yamauchi, consultora en decorados de Love Hotels.

"Los Love Hotels son muy representativos de las necesidades de una sociedad en determinada época y por eso muy ricos en enseñanzas sobre la cultura japonesa", destaca Kim, quien lamenta que el concepto sea a menudo objeto de desconsideración.