Poco antes de que Anna Frank y su familia se escondieran de los nazis, la niña regaló algunos de sus juguetes a una amiguita no judía que vivía en el vecindario Merwedeplein.

El Museo Casa de Anna Frank dice que los juguetes han sido recuperados y que el juego de canicas de la niña se exhibirá hoy en la galería de arte Kunsthan en Rotterdam.

La vecina, Toosje Kupers, guardó las canicas junto con un juego de té y un libro. El año pasado, a Kupers, hoy de 83 años, se le ocurrió mencionar las canicas al museo.

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La mujer dijo a la emisora nacional holandesa NOS que no consideraba las canicas nada especial. Dijo que poco antes de que la familia Frank se fuera del vecindario Merwedeplein, Anna le pidió un favor: “Me preocupan mis canicas porque temo que caigan en malas manos”.

Las niñas no podían sospechar que Anna no regresaría nunca. El 6 de julio de 1942, la familia Frank se refugió en Ámsterdam, en un departamento oculto en los altos de un depósito. En agosto de 1944 fueron traicionados, arrestados y deportados. Anna murió de tifus en el campo de concentración de Bergen-Belsen en marzo de 1945.