El cantautor uruguayo Jorge Drexler maravilló esta noche en Río de Janeiro a cerca de doscientas personas en un concierto íntimo y emotivo, que llenó la pequeña sala Miranda por tercera noche consecutiva.

El concierto empezó una hora más tarde de lo previsto, pero todos se dieron cuenta de que la espera había valido la pena cuando Drexler salió junto a su guitarra. Nadie más, sólo esos dos fantásticos elementos.

La primera melodía de la noche vino con 'Mi guitarra y vos', canción en la que se notó que la voz del uruguayo no estaba abierta del todo. Él mismo lo reconoció y prometió que iría mejorando, que se iría abriendo.

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Y así fue. El espectáculo fue de más a mucho más. Drexler conectó rápidamente con un público que pagó un elevado precio por las entradas para una exclusiva sala con vista al lago Rodrigo de Freitas.

Habló mucho entre canción y canción, haciendo uso de un portuñol (mezcla entre portugués y español) perfecto. Los asistentes se lo agradecieron y escucharon atentamente sus anécdotas y explicaciones.

La tercera canción fue 'Milonga del moro judío', una preciosidad que describe la complejidad de la mezcla de culturas y religiones que existe en una ciudad como Jerusalén, con un texto pacifista y antirreligioso, y que acaba con el verso "no hay pueblo que no se haya creído el pueblo elegido".

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Siguieron 'Eco', que da nombre a su primer disco, y 'Notiluca', canción muy personal del último álbum que explica como el cantautor decidió el nombre de su hijo.

La última canción antes del bis fue 'Todo se transforma', celebrada y coreada por el público, que hasta se levantó para cantarla.

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Se despidió pero todos sabían que aquello no era un adiós definitivo porque aún no había sonado 'Al otro lado del río', conocida por ser ganadora de un Óscar. Volvió a salir al escenario después de varias peticiones y la interpretó sin guitarra.

El concierto estaba en su punto álgido y, para culminarlo, añadió a la lista de preciosidades 'Salvapantallas' y 'Deseo', que pusieron punto y final a una semana en el que, durante tres noches consecutivas, Jorge Drexler se metió a Río de Janeiro en el bolsillo definitivamente.