“Yo soy como soy hoy gracias a lo que fui, y me considero muy afortunado porque después de treinta años todavía seguimos aquí”. Así de rotundo se muestra Robert de Niro en una entrevista con motivo del estreno de Grudge Match, una película en la que vuelve al cuadrilátero junto a Sylvester Stallone.

Un proyecto que ha hecho regresar a estos dos mitos del cine a un espacio que les ha dado grandes éxitos: un ring de boxeo, aunque en esta ocasión interpretando a dos boxeadores retirados lejos de su momento álgido profesional.

Stallone no ha logrado repetir el éxito que logró interpretando a un boxeador en la película Rocky, película de 1976 que lo lanzó a la fama y lo acercó al Óscar por primera y última vez en su vida y de la que hizo unas cuantas secuelas.

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Mientras, el legendario Robert de Niro lleva tiempo sin obtener reconocimientos como los de la película Raging Bull (1980), donde obtuvo su segundo Óscar al representar a Jake La Motta, un joven boxeador autodestructivo.

Así, De Niro y Stallone se enfrentan de nuevo al reto de subirse a un ring treinta años después. Este filme, dirigido por Peter Segal, muestra en un tono cómico los fracasos y aspiraciones de dos boxeadores ya retirados. “El objetivo primordial de la película no era el boxeo sino contar una historia que hablara de sentimientos y motivación mientras se cuenta una historia interesante de un modo divertido y desgarrador”, subrayó el director de la cinta.