Sin un éxito destacable desde la trilogía de Matrix y ausente de las superproducciones de Hollywood desde el 2008, Keanu Reeves confiesa su satisfacción por reaparecer en el cine de gran formato con la cinta 47 Ronin, una historia épica de honor ambientada en el Japón del siglo XVII que llega al cine esta semana.

“No estaba huyendo de los estudios. Simplemente, no ha sucedido. Y está bien estar de vuelta”, reconoce en una entrevista con Efe el actor, que interpreta en este filme al paria mestizo Kai, uno de los 47 hombres desheredados de la tradición samurái en una historia clásica de la cultura japonesa.

En esta cinta, cuyo presupuesto supera los 200 millones de dólares, Reeves lucha en la pantalla por restituir el honor de su amo traicionado, pero también vuelve simbólicamente para luchar por su honor en el olimpo de Hollywood.

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El actor busca reconciliarse con un estrellato del que se salía por la tangente no solo con un grupo de música o con sus acci-dentadas carreras en moto, sino con filmes independientes como My Own Private Idaho, o con el documental que él mismo dirigió: Man of Tai Chi.

“Siempre he querido hacer historias independientes y películas de estudio. Los estudios te dan la oportunidad de crear mundos y alcanzar dimensiones que evidentemente no puedes alcanzar en el cine independiente”, explica el actor.

Él agrega que por el contrario las películas independientes son capaces de contar historias menos populares.