Como colofón al año que acaba, en el que se conmemora el décimo aniversario de la muerte del narrador y poeta chileno Roberto Bolaño, la Biblioteca Nacional de España le rindió, el pasado miércoles, un homenaje en el que se destacó su faceta de lector: “Soy más feliz leyendo que escribiendo”, decía el autor de 2666.

‘El bibliotecario valiente’ fue el título del homenaje, un nombre que utilizó Bolaño en un artículo dedicado en 1999 a Borges, uno de los autores que más influyeron en su obra junto con Balzac, Melville, Baudelaire o Rimbaud, dijo Rubén Aria.

Aria participó con una conferencia sobre el mapa de la biblioteca de Bolaño. Para acotar algo tan difícil de limitar como las lecturas e influencias de Bolaño, escritor convertido ya en mito desde su muerte, un autor prolífico, de culto, uno de los grandes del siglo XX, Aria señaló la influencia de autores del siglo XIX, por su vínculo poético “con el romanticismo”.

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“Una idea –precisó– que se aleja de la interpretación blandamente posmoderna que tienen algunos críticos”.

Pero si algo quedó claro en la conferencia es que hablar de la biblioteca de Bolaño, un “indagador sobre el mal y la violencia”, era casi imposible, porque era un lector empedernido. “Era un escritor que leía a sus contemporáneos, cosa que ahora no pasa, porque los escritores no leen”, comentó Echevarría. “Y era un escritor que escribía sobre los que le interesaban y que reflejaba también a los que detestaba”.

 

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Datos: El autor
Obra

Bolaño fue autor de una veintena de libros, entre los cuales destaca su novela Los detectives salvajes (1998), ganadora del premio Herralde en 1998 y el premio Rómulo Gallegos en 1999.