Crítica de Música
Por Checo Pérez

Para ambientar la época de oro de Juan Cavero, en la sala experimental del Teatro Centro de Arte se proyectaban imágenes de Natalie Wood, Sandra Dee, Leonardo Favio, Herb Albert y Tijuana Brass, mientras Roberto Viera, director musical, arreglista y creador de pistas, acompañaba sus propios arreglos a conocidas canciones de Juan en forma de un jazz primario, como para bailar un fox-trot.

Ya con Cavero y Viera en el escenario escuchamos El milagro de tus ojos, con vientos y un xilófono en la pista de jazz fabricada por Viera para que desafiando las leyes del tiempo con éxito, Cavero iniciara un recital que resulta necesario para soportar mejor las vulgaridades del ‘perreo’ actual.

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Se prendió la fiesta, se inició la música tropical con merecumbé, forma emblemática desaparecida de la época. Asimismo, La cosecha de mujeres y el merengue hamaqueado Espuma de mar se escucharon a mayor velocidad. Mezclándose entre el público con singular efectividad, Cavero ofreció Frenesí, Perfidia, Sabor a mí, Vereda tropical y Se te olvida, todos boleros grandiosos, lo mejor en su estilo en lo atinente a vocalización y una entonación incierta como en su época la grandiosa jazz-singer Billie Holliday.

La gente empezaba a embelesarse con la entrega musical cuando Cavero, sutil conductor del público, cantó Prende la vela, una cumbia que marcó un éxito histórico del mejor crooner ecuatoriano, a dúo con Viera, antes de incursionar nuevamente en el bolero romántico, siempre lo mejor de Cavero.

Cómodamente sentados escuchamos La gloria eres tú, Tu me acostumbraste y Contigo a la distancia, sobresaliendo la elegancia en el delivery como un Bing Crosby latino. Envidia fue quizá la mejor vocalización.

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Los ánimos volaban en la sala. Aludidas, las ‘chicas’ del Dolores Baquerizo habían regresado en el tiempo y todas bailaban, solas o acompañadas, desde la presidenta Beatriz Domenech hasta Montserrate Chicaiza y Marcelita del Río, todas puntales de la Sociedad Femenina de Cultura.

En la segunda parte todo fue un ‘rumbón’, con Juanito haciendo La pollera colorá –gran favorita–, con gente joven bailando romántica un bolero, y La burrita y Cosita linda desafiando al tiempo y alocando al público.