Divertida, soltera, inteligente, descomplicada, con trabajo, pero sin suerte en el amor. Así se presentaba Ángela, de 32 años, una oficinista quiteña, en sitios on-line de busca parejas.

Ella quería salir de lo cotidiano y entablar un romance virtual, luego de tres “fracasos amorosos” en menos de dos años. Esta búsqueda le dio resultado, dice, porque conoció a un joven de 29 años, que ahora “se desvive” por ella y viaja los fines de semana de su natal Quevedo (Los Ríos) a Quito.

“Físicamente no era como me había dicho ni como me lo imaginaba. Yo soy más alta y más gordita que él... Nos mimamos todas las noches por el chat y a ratos por el Skype”, detalla.

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Una prima de Ángela tiene incluso un novio (virtual) en Perú, a quien irá a conocer en diciembre entrante.

No todos tienen suerte. El guayaquileño Marcos, de 37 años, tuvo una mala experiencia. “La chica con la que estuve quería embarazarse de alguien para sacar una buena pensión para ella y no trabajar más. Me enteré porque se equivocó de correo”, cuenta.

Las relaciones sentimentales que crecen por la web son más comunes que antes y ya no tienen “tan mala fama”, según el estudio Citas por internet y relaciones amorosas, del Centro de Investigación Pew, que realizó la muestra en EE.UU.

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En el análisis se expone que el 59% de los usuarios de internet en EE.UU. dice que las citas en línea son una buena forma de conocer a las personas y de entablar una amistad o romance. Es más frecuente en hombres y mujeres de 25 a 34 años. Y uno de cada cuatro lo intentó.

Pero además de prepararse para vivir un ‘romance virtual’, hay que estar alertas a los riesgos.

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En ar.selecciones.com se sugiere no revelar todos sus datos a un desconocido; usar Google y otros buscadores de internet para indagar sobre él. También, tener cuidado con las historias trágicas; llamarlo por teléfono. No enviar dinero a un supuesto pretendiente. Y subir fotos a páginas como Tineye.com para ver los sitios donde apareció esa imagen, pues algunos se las roban de redes como Facebook.

Me decía que me amaba, que le gustaba en fotos, que se iba a casar conmigo. La conocí, salimos, nos iba bien, pero ella mismo dañó todoMarcos, 37 años, arquitecto