Las personas bilingües desde pequeñas utilizan más áreas cerebrales, algunas no relacionadas con el área del lenguaje -lado izquierdo del cerebro-, y tienen un procesamiento de la lengua menos eficiente, pero aumentan su capacidad cognitiva y son más hábiles en adaptarse a cambios que las monolingües.

Esta es la conclusión del proyecto científico 'Consolider Brainglot' que desde hace seis años estudia la base neurocientífica del bilingüismo y cuyos resultados se han presentado hoy en el VI Workshop on Bilingualism and Cognitive Neuroscience que se celebra en la Universidad Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona.

El estudio, que ha contado con un presupuesto de 5 millones de euros y en el que han participado cien investigadores de cuatro universidades españolas (UPF, UB, Jaume I y País Vasco), ha estudiado los mecanismos de cognición neurológica que permiten la adquisición y el uso de diferentes lenguas.

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Coordinado por la profesora de la UPF Núria Sebastián, la investigación ha permitido entender que la morfología cerebral viene determinada por el número de idiomas que se aprenden simultáneamente, ha explicado la investigadora.

El estudio se ha llevado a cabo en España porque cuenta con un "escenario perfecto" para la realización de este proyecto, ya que se encuentran individuos que utilizan lenguas muy parecidas, como el catalán y el castellano, o bien alejadas, como el euskera.

El estudio ha concluido que las personas bilingües que lo son desde que aprenden a hablar presentan un procesamiento del lenguaje menos eficiente.

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Según Núria Sebastián, "cuando la persona bilingüe habla, no se da cuenta que hay una segunda lengua 'molestando' que ralentiza la emisión de una palabra determinada, es decir, que su cerebro debe estar eligiendo constantemente en qué idioma habla. Esta capacidad neurológica es técnicamente conocida como flexibilidad cognitiva".

Sin embargo, debido al cambio constante de lenguas, los bilingües desarrollan otras capacidades cognitivas, no lingüísticas, que les permiten adaptarse ventajosamente a los cambios de tareas, según el estudio.

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Además de estudiar las ventajas cognitivas asociadas al bilingüismo, otra parte del estudio Brainglot se ha centrado en el aprendizaje de una segunda lengua.

El hecho de que cueste más aprender una segunda lengua a edades más avanzadas que el primer idioma que aprendemos se debe a que la primera lengua ya ha ocupado un espacio prioritario en el cerebro.

Así, la investigación ha observado que existen diferencias cerebrales morfológicas entre los individuos que son nativos y aquellos que aprenden una segunda lengua cuando son mayores.

El proyecto también ha permitido establecer cómo se representan en el cerebro las diferencias entre un individuo nativo y aquel que aprende más tarde una segunda lengua.

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"Si bien todos somos iguales de buenos en el aprendizaje de las lenguas nativas, sólo se identifican diferencias de educación; el hecho de que existan diferencias en las segundas lenguas aprendidas, sugiere que determinadas formas de aprendizaje son más eficientes", ha señalado Sebastián.

Por eso, el proyecto ha abierto el camino para identificar los patrones cerebrales que se correlacionan con mejores estrategias de aprendizaje y la posibilidad de que en un futuro cada individuo pueda saber cuál sería la mejor manera de aprender una segunda lengua.