La 61ª edición del Festival de Cine de San Sebastián, que se inaugura hoy en España, reúne a dos nombres de la industria cinematográfica ecuatoriana. El director Sebastián Cordero competirá con Sin muertos no hay carnaval en el II Foro de Coproducción Europa-América Latina, que busca impulsar proyectos aún en desarrollo.

Mientras, Gabriela Calvache produce la cinta Asier ETA biok (Asier y yo), que forma parte de la sección Zinemira, dedicada a los largometrajes realizados en el País Vasco. El filme compite también por el premio Irizar.

Cordero busca en la cita el respaldo del sector audiovisual (coproductores y agentes de ventas) para llevar a la gran pantalla la historia de Emilio Baquerizo, un agrónomo guayaquileño y dirigente de fútbol de clase alta, que debe hallar “dónde se encuentran realmente sus lealtades personales”, asegura su mentor, el guionista y actor Andrés Crespo. Es una película, agrega, “que tiene que ver con fútbol, invasiones, cacería ilegal” nacida fruto de sus primeras memorias del “poder económico y político guayaco”. Cordero vio en el guión una historia potente e hizo suyo el proyecto que se encuentra en fase de pre-producción.

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A Gabriela Calvache le interesa huir del cliché: los cineastas ecuatorianos hacen películas sobre Ecuador. Asier ETA biok aborda el conflicto en el País Vasco a partir de la relación entre el actor Aitor Merino, y Asier, su amigo de la infancia, quien en 2002 resuelve integrarse en la banda terrorista ETA.  “La película no pretende explicar, sino compartir las preguntas, las dudas y temores que provoca en una persona la cercanía con el conflicto y la violencia generada de lado y lado”, explica su directora Amaia Merino.

Por vez primera, Cineática Films, con Calvache al frente, se involucra en un proyecto que trasciende las fronteras patrias. Lo hace de la mano de Doxa Producciones. Era la asignatura pendiente desde hace dos años. La ambateña considera que es un “gran paso” porque permite “la posibilidad de plantearse hacer cine en cualquier lugar del planeta y hacerlo desde el sur”. “Estamos acostumbrados a que los europeos o los norteamericanos nos retraten, pero no a que un boliviano interprete la realidad de Dinamarca”, advierte.

Para la cinta se requirió una inversión de 228.000 euros, 8.100 se consiguieron gracias al crowfunding (financiación colectiva). La película hispano-ecuatoriana compite también por el Premio Irizar dotado con 20.000 euros.