La discreción fue palpable durante la llegada de los invitados, que acudían a pie, en taxi, en vehículo con chofer o en minibús con vidrios polarizados, bajo la atenta mirada de decenas de turistas que se agolpaban tras las barreras metálicas instaladas alrededor de la plaza.

La familia real de Mónaco celebró el sábado pasado, en la intimidad, la boda civil de Andrea Casiraghi, hijo mayor de la princesa Carolina, con Tatiana Santo Domingo.

Los novios, que optaron por una discreta celebración a la que asistieron unos 350 invitados, se dieron el “sí, quiero” en el Salón del Trono del palacio poco antes del mediodía, según informó el diario Nice Matin.

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Amigos e invitados almorzaron bajo la sombra de las palmeras que rodean la piscina del palacio. La comida fue servida con cerveza monegasca, antes de que unos 250 amigos de los novios se unieran a la celebración nocturna, que estuvo animada por agrupaciones de música caribeña y africana.

La seguridad se reforzó en los alrededores de Mónaco, donde se controló la circulación, y la calma reinaba en los barrios del principado, en comparación con el ambiente de júbilo y las calles engalanadas durante la lujosa boda del príncipe Alberto II con Charlene Wittstock, en julio del 2011.