Crítica de Música
Por Checo Pérez

Batukka se distingue como especialista en tributos a un nivel que le garantiza al público un “revival” de calidad. Jairo Vargas en la voz, Daniel Rodríguez en guitarra, Bilo Albán en teclados, Juan Molina en bajo, Peter Castillo en guitarra y coros y la energía kinética de Andrés Albán en batería escenificaron un tributo a Queen en la Sala Experimental del Teatro Centro de Arte con el apoyo de Yamil Chedraui y Gianella Parrales en coros y de un sorprendente Antonio Montalván en guitarra flamenca.

Se quedaron afuera más de 300 personas tratando de conseguir una entrada, pero, por la extraordinaria demanda, Batukka ofrecerá una segunda edición el 16 de agosto en la Sala Experimental.

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Arrancaron al estilo de Batukka, con energía explosiva en One vision y ya en Tie your mother down el rock endureció, sobresaliendo el clásico power drumming de Andrés Albán y la calidad de Daniel Rodríguez tocando guitarra con digitación y velocidad exacta, sin jamás quedarse ni excederse, con criterio. Ciertamente, de los mejores exponentes hoy en día.

Luego del humor escatológico vino el rock n’ roll vertiginoso de Don’t stop me now, con gran manejo de tiempos en guitarra. Jairo Vargas comenzaba a gravitar con versatilidad vocal en Somebody to love y el público acompañó cantando, haciendo palmas y comenzando a divertirse. Bohemian rhapsody, lo mejor de Queen, puso a los coristas a buscar la entonación adecuada. Crazy little thing called love, lo mejor de la noche, fue alegre y divertida, un guiño al espíritu juguetón del rock n’ roll clásico basado, en gran medida, en el showmanship percusivo de Bilo Albán en teclados.

Ya en Under pressure apreciamos el sonido de Juan Molina en bajo como elemento dominante y a Peter Castillo cantando a dúo con Jairo. En I want to break free cantó solo, en gran forma, como el Peter de antaño. Aunque Innuendo no despegó completamente, la guitarra española de Montalván fue un acierto, así como el solo de Andrés en una batería tan espectacular que parecía más un altar a la percusión.

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Love of my life, lenta y lírica, nos mostró a un Jairo Vargas sonreído, cantando en registros altos y juntándose con Bilo antes de finalizar con We are the champions, lo mejor del rock operático de Queen y Jairo finalmente transformado en Freddie Mercury.