Crítica de Música
Por Checo Pérez

El Teatro Centro de Arte continúa profundizando la profesionalización del cuerpo de baile que, con su directora y bailarina clásica Jéssica Abouganem a la cabeza, ha evolucionado de ballet y blues, el año pasado, a ballet y boleros y, finalmente, ballet y tango este año.

Trazaron, con una fusión de movimientos clásicos y tangueros, la historia del tango desde comienzos del siglo XX hasta la modernidad en Libertango de Piazzolla, compuesto alrededor de 1974, que augura otra dimensión al género y que podría haber sido bailado con espectacularidad por Gilberto Au De la Rosa en solo, como el mejor, pegando saltos.

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Mariel Córdoba, excelente intérprete de tangos, estuvo acompañada de Omar Domínguez en el piano, Nerio David en la guitarra, Octavio Hidalgo en el cello, Henry Merchán en el bajo y finalmente Olga Khudoblyak, una violinista tan eximia como bella y temperamental.

Asesor, capacitador y bailarín de salón, Duval Barrezueta arrancó como el líder de los Compadritos cuando el tango se bailaba entre hombres con la canción El Porteñito, de 1903.

El Choclo, también de 1903, integró parejas que conservaron movimientos rectilíneos de ballet. Volver destacó la virtuosidad de Mariel cantando el más clásico sentimiento tanguero y la estilización del género como baile de salón en punta.

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Pasional, el mejor pas de deux (un dúo en el que los pasos de ballet son ejecutados conjuntamente por dos personas) de la noche, entre Jéssica Abouganem y Gilberto Au, transmitió un romance dramático y flexible de gran calidad clásica.

Cambalache, bailado en contexto social por el contenido, permitió el lucimiento de José Manners, coreógrafo y bailarín, así como la expresividad de Zully Guamán, transmitiendo al público cada vez más encanto femenino.

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La Cumparsita provocó aplausos para Mariel Córdoba, absolutamente inspirada, y Lo han visto con otra fue un pas de deux atípico entre dos mujeres, Irina Pesantes, gran bailarina principal y coreógrafa, en dupla con Cecilia de la Calzada, que bailó con Duval Barrezueta desde el exterior del teatro como un gimmick promocional útil para apreciar su flexibilidad y estilo corporal.

Caminito, con violoncello y violín, fue un tour de force de José Manners, quien, libre y solo, mostró lo que es ser un bailarín pulido. Nerio David, cantó bien en A media luz que contó con cuatro parejas en el escenario.

Finalmente, en forma instrumental, interpretaron Libertango, la mejor música de la noche, que contó con escenas de celos y rivalidad, pelea y puñal, antes que todo el cuerpo de baile se despida al estilo de Broadway, en fila y agarrados de las manos.

Trazaron, con una fusión de movimientos clásicos y tangueros, la historia del tango desde comienzos del siglo XX hasta la modernidad en Libertango, de Piazzolla, compuesto alrededor de 1974