Fue la gran dama del cine y una mujer independiente como pocas. Interpretó a María Estuardo o a Leonor de Aquitania, pero hoy, diez años después de su muerte, a Katharine Hepburn se la recuerda por comedias como Bringing Up The Baby (1938) y The Philadelphia Story (1940).

Su relación con Spencer Tracy, casado y católico, en un Hollywood puritano, no le impidió desarrollar una de las carreras más brillantes del cine.

Cuatro Óscares –la única en conseguirlos– de 12 nominaciones, todas ellas como protagonista, dos Bafta del cine británico, premios de interpretación en Cannes y Venecia y muchos otros reconocimientos al trabajo de la estrella femenina más importante de los primeros cien años del cine norteamericano, a juicio del American Film Institute.

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Si hay una imagen que está en las retinas es la de la temperamental y al mismo tiempo frágil Rose Sayer, de The African Queen (1951), una historia de amor y aventuras en la que hizo de inolvidable pareja de Humphrey Bogart.

De una familia de clase alta de Connecticut, Katharine Houghton Hepburn (1907-2003) se crió en un ambiente más libre de lo habitual en la América de las primeras décadas del siglo XX, con una madre sufragista muy activa en política, que le ayudó a valorar su independencia y a expresar sus opiniones.

Una infancia feliz rota por el suicidio de su hermano Tom cuando tenía 14 años, un hecho que la marcó, aumentó su enorme timidez, pero al mismo tiempo la fortaleció y la hizo refugiarse en una ironía y sarcasmo que se convertirían en dos de sus principales rasgos.

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La tachaban de arrogante y de altiva, algo que a la actriz no parecía importarle en lo más mínimo. “Los enemigos son muy estimulantes”, decía. Si algo caracterizaba a la Diosa, un apelativo usado a menudo para referirse a ella, era esa independencia y esa falta de interés por los comentarios de los demás.

Divorciada, mantuvo varias relaciones con hombres tan conocidos como John Ford o Howard Hughes antes de protagonizar uno de los escándalos más sonados de la época al unirse a Spencer Tracy, casado y firmemente católico.

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Pasarían juntos 25 años, hasta la muerte del actor, en 1967, y en ningún momento él se divorció ni Hepburn se lo pidió.

Vestida siempre con pantalones, su “imagen masculina” destilaba feminidad y era sofisticada hasta límites insospechados, lo que hizo de ella, sin pretenderlo, un ícono de la modernidad y de la moda.

Inteligente y de lengua afilada, en una entrevista con Bárbara Walters, la periodista le preguntó si tenía alguna falda. Hepburn, sin pestañear, contestó: “Tengo una, señora Walters. La llevaré en su funeral”.

Carrera

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Producciones: Medio centenar de películas componen una carrera que se prolongó de 1932 a 1994 y en la que también hubo espacio para obras de teatro.

Reconocimientos: Su primer Óscar llegó muy pronto por Morning Glory (1933), premio que se repetiría en 1968 por Guess Whos coming to Dinner, en 1969 por The Lion in Winter y en 1982 por On Golden Pond.

Televisión: Sus comedias con Cary Grant se emiten sin parar en los canales, así como las colaboraciones con Spencer Tracy.