Los anuncios daban cuenta de una cena promovida por el Club Gourmet de Diario EL UNIVERSO, llamada Asian Extravaganza. El lugar escogido para llevarla a cabo fue el segundo piso de Casa Julián, del Hotel del Parque, con vista al manglar y la ría, mientras se respiraba la historia de Guayaquil en el área principal de la casa del siglo XIX, de Julián Coronel.

Estuvo a cargo del chef colombiano Federico Trujillo, presentador y anfitrión de un espacio semanal en el Canal Gourmet. El menú elegido fue muy agresivo, un típico desarrollo Kayseri, es decir ligero, de muy variados platos pequeños delicadamente trabajados, pero con influencia de producto latinoamericano. Un experimento que se tradujo en los siguientes cursos, diez en total:

-Nigiri de foi con salsa de anguila y lascas de tempura, nigiri de atún con chimichurri de mango, gunkan de pangora con huevo de codorniz, sashimi de scallop con vinagreta cítrica de anchoas, huevo de erizo y cuchara de pulpo, sopa agria y picante de tomates clarificados con dummpling de chorizo y crema de aguacate, tamal de kamaboko en dos texturas marinada y encocada, tocino en miel de panela y kimchee de chayote y manzanas verdes, moshi relleno de helado de taxo y crema de dulce de leche.

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Un menú de degustación es la agrupación de muchos pequeños platos en una comida. En estas cenas, los grandes cocineros escogen sus platos para transmitir un concepto, lo que genera un leitmotiv en el banquete, por lo que este tipo de comidas da al comensal la posibilidad, además de probar una amplia gama de platillos, de aprender a partir de la construcción gastronómica de esta. Así, un menú de degustación, más allá de ser un conjunto de platos ricos, debe transmitir una idea, una intención.

Asian Extravaganza fue una gran experiencia. El nigiri de foi fue uno de los ganadores de la noche, no solo por su sabor, extraordinario, sino también por el aporte a la textura que le dieron las lascas de tempura. La técnica que presentó el chef con el tamal kamaboko fue muy interesante, prensando el pescado hasta lograr una textura parecida a la de un crustáceo. La clarificación doble de tomates en la sopa agria y picante, mezclada con el dim sung de chorizo y el aguacate, fue sin duda un gran acierto. Por último, el bao, o pan al vapor con el tocino, lentamente cocinado en miel de panela fue un buen final. La miel de panela estaba exquisitamente lograda. Debemos describir esta extravaganza de EL UNIVERSO como una experiencia y no solo como una buena cena, de las que hay muchas. Fue una experiencia por la mezcla de elementos: buena música, buen saxofón, en un sitio icónico de la ciudad, de la mano de un chef agresivo y, por supuesto, buena comida además. Los componentes esenciales para una buena velada. (O)