En Tailandia los insectos son considerados un “plato de pobre” que se come en el campo, pero de a poco se están abriendo camino hacia los restaurantes de moda. “Acabo de comerme unas vieiras con gusanos de bambú y un filete de pescado con salsa de huevos de hormiga. ¡Delicioso!”, cuenta Ratta Bussakornnun, una joven que trabaja en la cosmética.

Bussakornnun, de Bangkok, llegó un poco por azar al restaurante Insects in the Backyard (Insectos en el patio trasero), situado en un barrio de moda de Bangkok donde abundan las tiendas de vinilos y de diseñadores locales.

Contrariamente a muchos consumidores de las clases acomodadas, Ratta no desprecia a los vendedores ambulantes de insectos, cuyos clientes suelen ser obreros de zonas rurales del país que añoran el sabor de los gusanos y los saltamontes fritos de su infancia.

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“La comida está bien presentada, da impresión de sofisticación” comparado con los puestos callejeros, donde los sirven como si fueran bombones o cacahuetes, asegura.

El chef del Insects in the Backyard, Thitiwat Tantragarn, quien trabajó en Estados Unidos, mezcla recetas locales, como la salsa de huevos de hormiga, con influencias occidentales como los raviolis, en este caso rellenos de carne de chinche acuática. “Tiene sabor de cangrejo, de ahí salió mi idea de servirla como un ravioli, con una salsa de azafrán”.

Para él, el objetivo del restaurante es buscar “armonía” entre el sabor del insecto y los demás ingredientes. (I)