Por Gourman

Hay que decirlo en voz alta y con signos de exclamación, ¡al fin un restaurante con sentido comercial! Juan Carlos Ayala, propietario de Pizzería Marinara, ubicada en Plaza Navona, busca que la experiencia gastronómica en su restaurante pueda ser maridada como Dios manda, y por ende, sea completa, ofreciendo una reducida lista de seis vinos, a precios sumamente competitivos. Así, encontramos Carmen o Santa Carolina a $ 15 por botella.

Primer restaurante que encuentro con márgenes en vinos de dos dígitos. Igual política aplican para las cervezas. Artesanales de barril, Pale Ale y Lager Bajamar o Golden Ale Odisea Sirena a $ 4.

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Para perfeccionar sus pizzas, Ayala acaba de terminar un curso en Nápoles. Esta es la región italiana que más en serio se toma la elaboración de la pizza, la cual regula la denominación de origen comandada por la Asociación para la Auténtica Pizza Napolitana. Encontramos en Marinara que siguen las reglas para su elaboración, desde el grosor de su masa, hasta las temperaturas de cocción.

Iniciamos con una pizza bianca, la cual se ciñe a la receta original, con una ligera variación: Marinara no le pone aceite de oliva y la miel es trufada, en lugar de miel normal. Esta pizza es la primera de la que se tiene registro, en la antigua Roma hace 2.000 años. Se llama bianca porque no tiene pomodoro, introducido desde América en el siglo XVI. Trae además queso parmesano, gruyere y mozzarella. La masa es fina, firme pero no crocante, filos sin grumos, de buen sabor y textura. Para continuar con el retrogusto que produce la trufa, pedimos la gorgonzola. Es con queso azul, peras y miel de trufa. Para mi gusto, la mejor. La combinación de las peras con el gorgonzola es perfecta, su contenido de fibra sirve de catalizador para la intensidad del queso, pero su nivel de azúcar lo balancea. A esta combinación, añadirle la miel trufada fue un gran acierto. Debo solo señalar que para estar magistral necesitaba mayor cantidad de gorgonzola y miel. Si va a pedir en Marinara varios tipos de pizza, recomiendo lo contrario de lo que yo hice, deje las pizzas trufadas para el último.

Hay también pizzas de queso de cabra, producto difícil de encontrar, y de mozzarella de búfala, una rareza en Ecuador. Todas cuestan entre $ 17 y $ 18, de tamaño unipersonal. Proseguimos con la Mediterránea, de prosciutto, pomodoro, mozzarella y rúcula, quizá la más aromática y sabrosa de las hojas verdes. Totalmente clásica.

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Por último, llegó una pizza cuatro estaciones, de hongos, aceitunas, salami, jamón, pomodoro y mozzarella. Los hongos y las aceitunas son una perfecta combinación para los embutidos. La disfrutamos.

Los ingredientes extra cuestan entre $ 1 los sencillos como salami, jamón y rúcula, hasta $ 4 para el prosciutto, la miel o el aceite de trufas. Para los amantes de la verdadera pizza, Marinara es el lugar. (O)