Por Gourman

Miguel Ángel del Toro abre su segundo restaurante español, ahora en Plaza Lagos, en un local que no ha logrado ser exitoso anteriormente en este centro gastronómico. En dos ocasiones diferentes propietarios trataron de establecerse en el sitio con restaurantes españoles. El primero falló, a mi juicio, por la calidad de la cocina. El segundo mantenía unos precios exorbitantes en relación con la bondad de su comida.

Desde su origen, su nombre se mantuvo como Pintxos, sin tener gran variedad de pinchos o tapas. Parecería que para la administración del lugar es importante mantener una oferta gastronómica española. Y es probable que esté en lo correcto, y que la tercera sea la vencida. Tiene lógica el intento, puesto que esta cocina ha estado por 20 años a la vanguardia mundial, y Del Toro es un restaurantero con experiencia, que ha sabido mantener el nivel de su local en la avenida Miguel H. Alcívar, incluso en las vicisitudes, por lo que suena que esta vez podrían haber dado en el clavo.

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Los dos problemas anteriormente mencionados, en todo caso, están superados. Comprobé que sus precios son razonables, y que la carta es extensa y la comida de buena calidad. Sin embargo, hay algunos platos listados que no estuvieron disponibles, como los chipirones. Otros platos que han sido únicos de Del Toro en su primer restaurante, como los pimientos rellenos de morcilla o de mariscos, no los encontramos en la carta. Para los amantes del ajo, la salsa alioli, sobre todo si está bien emulsionada, es un manjar. Se logra ligando el aceite de oliva con el ajo, en forma de crema, y no solo sirve para el pan, quedando muy bien en pescados y algunos mariscos. Los españoles consideran esta salsa como suya, aunque hay indicios de que desde la antigua Roma se conocía.

Alioli es lo que sirve la Taska en lugar de mantequilla. La tortilla de patatas, ese platillo español clásico, estuvo realmente bien hecho. La altura fue ideal, cinco centímetros. En este plato, más que muchos, la textura influye totalmente el sabor. Debe ser jugosa, el huevo no debe estar totalmente cocido, contrario a nuestra costumbre en Ecuador, que solemos sobre cocinar todo, desde las carnes y pescados, hasta las verduras. Probamos un solomillo al vino blanco, con ajo y cebolla, bastante bueno, a un moderado precio de $ 13. Otra carne, llamada lomo al whisky, cocinada con champiñones flambeados con whisky, con un toque de crema de leche y pimienta, servida dentro de un pan, tuvo sabores vivos y salsa algo untuosa, fue agradable y no cayó pesada.

Me pareció que las chistorras no estuvieron a la altura del resto de platos. Su tamaño y su calidad no fueron óptimos. En general comimos bien, sin ser excepcional. Con la experiencia de quien la regenta, sin duda podría desarrollar algunas novedades que podrían remozar aún más el sitio. (O)