Cuando el jefe de diseño de Mercedes, Gorden Wagener, pone en marcha su nuevo concepto eléctrico Generation EQ, el frente de plástico negro que montó donde antes estaba la parrilla del radiador comienza a tener vida. El panel tiene una forma simple y sencilla, pero brilla de todos los colores. De manera virtual refleja en azul los trazos de la parrilla clásica, en blanco se destaca la tradicional estrella de la marca alemana, al tiempo que se encienden los faros de LED.

Mercedes escenifica un pequeño espectáculo de luces, un tipo de presentación que parece ser la tendencia en el Salón de París. Hasta el 16 de octubre se pueden ver numerosos diseños en el que los creadores como nunca antes juegan con la luz y el color.

Por ejemplo, la parrilla iluminada en el gran SUV de Ssangyong LIV-2 o las luces traseras en el Renault Trezor, compuestas por doce filamentos que se pueden iluminar individualmente con láser rojo y tienen distintos grados de intensidad.

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Los diseñadores aprovechan el nuevo margen de maniobra que tienen con los vehículos completamente eléctricos, sobre todo, por dos razones: en primer lugar, porque técnicamente es posible iluminar todo el frente si debajo no hay un motor que clama por aire fresco y refrigeración. "El motor eléctrico proporciona a los diseñadores mucha más libertad", señala el director creativo de Volkswagen (VW), Klaus Bischoff.

Y en segundo lugar, porque los vehículos eléctricos tienen que diferenciarse para ser reconocidos como mensajeros de una nueva era. Deben considerarse tan avanzados como cuando uno compara un teléfono inteligente con un móvil con teclas, señala el arquitecto y diseñador de autos Paolo Tumminelli.

Además del Mercedes EQ, el alcance de la tendencia virtual se refleja también en el nuevo prototipo de VW I.D. Al ponerse en marcha, los faros LED del auto se convierten en ojos vivientes, que giran en las curvas y cambian su mirada de acuerdo con la velocidad, explica un portavoz de VW. Y al apagar el motor, antes de "cerrar los ojos", dice amablemente "adiós". La automotriz alemana espera comercializar el VW I.D. Concept al final de la década.

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Que a los diseñadores les encante jugar con la luz no se debe sólo al hecho de que en esta etapa quieran destacar sus modelos de los convencionales, apunta Tumminelli. Se debe también a que en términos de conducción autónoma, la iluminación es de suma importancia, agrega.

Según el diseñador, se trata menos por el hecho de ver, porque los sensores ya no necesitan luces, sino más bien para ser vistos, lo que habla de una comunicación silenciosa entre el coche y los otros conductores. "La luz será el lenguaje", asegura Alexander Mankowsky, responsable del Departamento de Estudios Futuros, Sociedad e Investigación Tecnológica de Mercedes.

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Los diodos azules del Mercedes F 015 o el VW I.D. se comunican directamente con los peatones.

El VW, por ejemplo, puede detectar a los peatones en la acera y darles a entender que la electrónica los "vio", explica el desarrollador. Y el Mercedes F 015 incluso proyecta un paso de cebra en la calle para indicar un cruce seguro, agrega Mankowsky.

Si bien hay mucha libertad en un coche eléctrico, los expertos tienen también sus límites, admite el jefe de diseño de Renault, Laurens van den Acker, pese a que en el Trezor se implementaron muchísimas ideas, tanto en la parte delantera como en la trasera.

En una exposición, donde los coches dependen todo el tiempo de la corriente, no hay ningún problema, señala Van den Acker. "Pero si tuviéramos que utilizar toda esta iluminación en la calle se consumiría muy rápidamente la batería y el coche tendría una autonomía muy limitada", añade.

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