Ante la proximidad de las elecciones presidenciales y parlamentarias, el voto de los electores debe ser crítico. Las emociones personales por uno u otro candidato deben dejarse a un lado y decidir el voto de manera razonada. A no dudarlo, la mayoría de la población no puede en la lucha por la subsistencia diaria, leer los periódicos, ver la televisión escuchar las radioemisoras, o peor las redes sociales atiborradas de mensajes políticos de los partidos y movimientos aprobados por el Consejo Nacional Electoral; y menos, informarse en detalle de los programas de gobierno a nivel nacional, provincial o local.

Es iluso pensar que en menos de 30 días se puedan conocer las propuestas de varios partidos políticos. Por ello la educación cívica debe ser permanente. De lo único que la inmensa mayoría se aferra es de conocer cómo llevar el pan diario a la mesa del hogar, si es que tiene un trabajo estable, o buscarlo el ciudadano joven en las oportunidades que se presenten, o el viejo porque ya ni las pensiones jubilares alcanzan para contrarrestar las enfermedades. El progreso de las naciones no debe centrarse en las luchas ideológicas o promover el odio entre clases sociales. La guía de los líderes políticos debe centrarse en mensajes claros entre quienes son parte de su entorno político y que sean los mensajeros de propuestas reales y no mentirosas, ante sus familias, vecinos y el conglomerado en general. El ciudadano común debe decidir su voto de manera razonada y efectiva sin dejarse engañar de promesas rimbombantes que llegado el momento no se cumplen. Nuestro país, felizmente, es pequeño en territorio y se conoce hasta la saciedad a los políticos de turno. Lo emocional debe dejarse a un lado y decidir con razonamiento positivo al momento de depositar el voto que es secreto.(O)

José Francisco Medina Manrique, periodista, Guayaquil