Destaqué en mi última columna de 2016 que el dólar se fortalecía desde la elección de Donald Trump en noviembre 8 (lapsus: escribí enero 8) y que alcanzó su nivel más alto en 14 años, lo cual amenaza la competitividad de nuestros productos.

En entrevista para Teleamazonas, el miércoles 4, Lenin Moreno hizo una reflexión similar y destacó la popularidad de la dolarización. Sin duda con el objetivo de que ese problema no se repita, comentó que cuando se pueda habrá que salir de la dolarización.

Sobre si conviene estar o no dolarizado, hay toda la gama de opiniones. Sobre si hay que salir una vez dolarizados, el proponente de más alto perfil es el presidente Correa, quien cuando profesor universitario escribió un ensayo describiendo los pasos para desdolarizar. Como presidente, se queja casi a diario de la dolarización, pero acto seguido renueva sus votos de preservarla.

Como candidato a presidente, y líder en las encuestas, no fue prudente Lenin Moreno al insinuar siquiera la posibilidad de desdolarizar. No hay nada más cobarde que el capital, por lo que no conviene sembrar temores entre los depositantes de la banca.

No es fácil encontrar un país que haya desdolarizado con éxito, salvo los que se independizan, acuñan su propia moneda y abandonan la de su metrópolis.

Hoy por hoy se destacan dos países que no emiten moneda propia y están en profunda crisis económica: Grecia y Zimbabue. Ninguno de los dos abandona la moneda adoptada.

Grecia es parte de la eurozona y el Banco Central Europeo tiene que atenderla. El país recibe fuerte ayuda económica a cambio de medidas draconianas de ajuste y servicio a una deuda monstruosa. Ante la falta de dinero, Grecia prohíbe el retiro en efectivo de los bancos, más allá de una pequeña cuota diaria a través de cajeros automáticos. No hay restricciones a pagos con cheque o tarjeta de crédito. No se vislumbra luz al final del túnel.

Zimbabue tiene un único presidente desde su independencia (1987), Robert Mugabe, exguerrillero marxista, cuya política económica recuerda a Hugo Chávez. En 2005 la inflación llegó a 600%, y en 2009 se tornó inmanejable y dolarizó. La falta de circulante hace que Zimbabue haya adoptado el mismo camino que Grecia de no permitir retiros en efectivo de la banca. Como tampoco hay billetes, el Banco Central Africano le ha prestado dinero para que emita unos bonos que pueden usarse como circulante.

El FMI calcula que la inflación en Venezuela fue de 500% en 2016. Quizá la dolarización de Venezuela esté a la vuelta de la esquina.

Los países sin moneda propia y costos de producción altos toman medidas para reducirlos. Lo hicieron los países bálticos en corto plazo con medidas drásticas. Rajoy está sacando paulatinamente a España de la crisis que heredó.

Desdolarizar, ni pensarlo. Le toca al gobierno entrante bajar costos y adoptar políticas públicas coherentes con una economía dolarizada. Sí al ingreso de capitales para invertir, no al endeudamiento externo incontinente. No dejarse tentar por el facilismo populista. No volver a sumir al país en una crisis tan complicada como la que deja la década del correato. (O)