La próxima finalización de los periodos para los cuales fueron elegidas autoridades, cuya función es de enorme importancia para la vida ética y política de la nación, es oportunidad propicia para preguntarnos si la reelección indefinida de quienes las desempeñan es lo más conveniente para el país.

Son cargos que dan poder y su ejercicio sostenido puede llevar a la personalización de la función, por eso, en democracia es indispensable la alternabilidad.

En la actualidad, las autoridades responsables del control del uso de los fondos públicos tienen en el cargo casi el mismo tiempo que quienes los han administrado, de algunos de los cuales existen serios cuestionamientos e indicios claros que han llevado, incluso, a la iniciación de acciones legales; por eso, el país necesita cambio en las funciones de control, para tener la garantía de que quienes realizarán la acción fiscalizadora lo harán con total independencia y con la transparencia requerida.

No se trata de rechazar a personas concretas, sino de la necesidad de permitir que la acción de control tenga siempre la garantía de la total autonomía y de la visión siempre libre sobre el manejo de los bienes y recursos del Estado. (O)