Las elecciones están lanzadas. Empieza otra vez el círculo, poco sano para la sociedad, que da fuerza a la política: ensalzar virtudes de salvadores de la Patria, hacer creer que desde la estratosfera del poder se resuelven los problemas, dar impulso a ese lado oculto en todos los corazones que es no asumir responsabilidades, esperar que le den resolviendo su vida, oír el discurso de las sirenas encantadas.

Ciertamente, la política es necesaria, hay que tomar decisiones que llevan a las sociedades por un camino u otro. Por ejemplo, ¿nos abrimos al mundo?, ¿los individuos y sus organizaciones son el motor y centro de la sociedad?, ¿aceptamos un sistema competitivo de seguridad social?, ¿productividad y solidaridad deben ir de la mano? En el país no hemos llegado a una visión más o menos compartida que, más allá de cualquier gobierno, se mantenga. Pero la política desgraciadamente va mucho más allá, se ha convertido en una máquina devoradora. Que devora enormes recursos, pero sobre todo transforma a la gente, casi siempre por el lado de los malos instintos.

Hay de todo.

El Gobierno presenta su binomio que fue muy difícil mantener en vida… aunque ahora vendrá el discurso de que todos los rumores eran intentos desestabilizadores de la oposición y que están más unidos que nunca… es cierto, el poder une por encima de los problemas. Es el continuismo asegurado, más allá de ciertos cambios en formas y discursos. A las preguntas del párrafo anterior, este binomio contesta esencialmente no, no, no y no. ¿Es nuestro futuro?

Lasso, que se ha preparado sobre la base de su experiencia, trajín, vida, contestaría sí, sí, sí y sí a las preguntas, y su gran desafío será ¿cómo ocupar el poder sin caer en la tentación de querer estar por encima de la gente? ¿Cómo limpiar ese Estado controlador, burocrático, limitante en la vida diaria? ¿Cómo, desde el poder, entender que la vida está hecha de pruebas y errores, y que no es rol del Gobierno orientar las pruebas ni evitar los errores? ¿Cómo crear una justicia independiente que permita en la vida diaria dirimir dilemas o sancionar abusos, sin tener que ir a un ministerio? ¿Cómo reinsertar en la mente de la gente que el poder político es ciertamente un instrumento que ayuda en el entorno, pero que las recetas de vida (no mágicas) están en cada uno?

Cynthia, que llega con el bagaje histórico del Partido Social Cristiano y su exitosa y transformadora labor en el Municipio de Guayaquil, y el apoyo de un economista de valor en la Vicepresidencia, también llega con la sombra de Jaime Nebot, exitosísimo alcalde… pero que no es el candidato. Y con la duda de saber si el PSC contestaría sí a todas las preguntas.

Paco Moncayo, y su pasado positivo de servicio al país, viene con la revivida Izquierda Democrática, o que al menos intenta revivir, porque sabe que hay un espacio en la Sierra para la izquierda desencantada de AP. Pero ¿necesita el Ecuador más socialismo?

…Ahí están las cartas jugadas… (O)