El Foro Económico Mundial (FEM) define la competitividad como el “conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país”, la mejora de la productividad tiene un efecto positivo en el crecimiento económico y en el empleo. El FEM del 2016-2017 ubica a Ecuador en la posición 91, 15 puestos por debajo del sitio que alcanzó el año pasado, esto es el puesto 76 (2015-2016).

En Ecuador, una parte importante de los indicadores del ranking de competitividad han deteriorado su comportamiento; según el citado informe, el país debería fortalecer al menos las instituciones, la eficiencia del mercado laboral, el desarrollo del mercado financiero, el avance de la innovación, el entorno macroeconómico e incluso el indicador de salud y educación primaria.

El deterioro de la competitividad y del PIB tiene su efecto perverso en el desempleo y subempleo de la población. Reflejo de aquellos es precisamente que las micro, pequeñas, medianas y grandes empresas han disminuido su capacidad de contratar nuevos empleados e incluso de retener los ya contratados.

Las últimas cifras publicadas por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), a septiembre de 2016, permiten observar que el desempleo continúa creciendo: de 4,3% registrado en septiembre de 2015 a 5,2% en septiembre de 2016. En valores absolutos, en septiembre de 2016 existen en el país 419.173 desempleados, esto quiere decir más de cuatrocientos diecinueve mil ecuatorianos y ecuatorianas que estando en capacidad de trabajar no encuentran empleo, no reciben salarios para sostener a sus familias. La cantidad de personas desempleadas en el último año ha crecido en 93.677.

A la vez los subempleados se han incrementado en 438.354, entre septiembre 2015 y 2016, se trata de seres humanos que según el INEC perciben ingresos inferiores al salario mínimo y/o trabajan menos de la jornada legal y tienen el deseo y disponibilidad de trabajar horas adicionales; lo que significa que las citadas personas, en términos sencillos, reciben un salario que en sentido estricto no les permite cubrir sus necesidades y las de su familia, o al menos, a las que estuvieron acostumbrados.

La competitividad es uno de los elementos centrales para impulsar el crecimiento, y reducir el desempleo, debemos hacer esfuerzos serios por mejorar la productividad de la mano de obra mediante capacitación especializada, para que cuenten con habilidades requeridas por sí mismos, la sociedad, las mipymes y grandes empresas, más allá de la estrategia del Estado, creando empleos permanentes y de calidad, generando un círculo virtuoso, donde la rentabilidad de la economía y la empresa en su conjunto sean un motor importante en el desarrollo del país. En tal sentido, urge el fortalecimiento de las instituciones que den soporte en este proceso, para dar credibilidad a los inversionistas nacionales y extranjeros, incorporar procesos innovadores para reducir costos y tiempos en la producción, mejorar la calidad de productos y servicios, promover asistencia técnica e inclusión financiera creativa para mipymes, entre otros elementos. (O)