Rafael Correa es un mal perdedor. Cuando siente haber sido golpeado en el espacio público, volverá para hacer su propia justicia desde la herida. Piensa en términos de fuerzas y de solo vencer. Y si no gana, cuídense: usará cualquier arma para castigar la derrota. Eso ocurrió a propósito de la entrevista del domingo 16 de octubre en Teleamazonas. Aceptó ir al primer programa de Hora 25 a inaugurar un espacio de opinión conducido por Andrés Carrión. Acción arriesgada del canal, dado el talante del personaje. Aceptó la invitación sin mayores objeciones y estuvo puntual. Espacio honesto, sin trampas, polémico –como tiene que ser– para debatir, analizar y reflexionar sobre el futuro incierto del Ecuador, que a todos inquieta.

Correa estuvo mal en la entrevista. Tembloroso, inseguro, bloqueado, pidiendo ayuda con las cifras económicas ¡imagínense! Cuando se le lanzó esa retahíla de preguntas cortas, que miden la agilidad, frescura y espontaneidad del entrevistado –personajes histórico y de ficción favoritos, color, comida, cantante– balbuceó, se trabó, no sabía qué responder. Sin la prótesis del teleprompter, Correa se muestra nervioso, inseguro, busca ansioso en los papeles las respuestas que no tiene. En el arranque del programa, Carrión le preguntó sobre la soledad del poder. Interrogante astuta, hábil, para abrir el diálogo con un giro sorpresivo. No supo qué contestar, fue necesario auxiliarlo. ¡La soledad del poder! ¿Pero si soy tan popular? Entrevista tensa en el primer round. “Majadero, si vuelve a golpear la mesa me voy”. Andrés Carrión, tranquilo: “¿Podemos llevar esta entrevista en buenos términos, presidente?”. El periodista pidiendo tranquilidad y cordura al mandatario.

Con Correa el diálogo resulta una tarea imposible. No sabe debatir, discutir, ser honesto con las reglas de la deliberación y el mejor argumento, prefiere la descalificación. Cualquier respuesta empieza por la bronca. Es que la oposición, es que la prensa corrupta, es que la mediocridad, es que cuántas mentiras se dicen, es que la candidata del maquillaje. No. Discuta sobre el tema planteado sin abrir siempre la respuesta con pelea y antagonismo, hágalo con seriedad.

La bajeza vino en la última sabatina. Remordido, obligado a sacarse el clavo tras sentirse golpeado en el espacio público, desvalorizó al periodista y despotricó contra el canal con toda una artillería pesada y baja. Usó más de una hora para desprestigiar a un canal que le había invitado a una entrevista limpia, clara, franca, con reglas bien definidas, que él aceptó. Si pensaba todo lo que dijo de Teleamazonas el sábado, lo honesto habría sido no ir, mantenerse en su discurso de la prensa corrupta, y punto.

Reconoció que fue un error haberse presentado, aunque admitió que lo trataron bien. A pesar de ello, soltó la andanada. No lo dijo en cámaras, frente a frente; lo dijo en la sabatina, donde controla todo, donde nadie le repregunta ni le pide explicación de nada, donde todos están a sus órdenes. Correa es calculador, oportunista y mal demócrata. Quiere filtrarse por todo espacio para conquistarlo. Le salió mal la jugada. Se fue tembloroso del canal para volver a desquitarse malamente en la sabatina, sin réplicas ni contrapreguntas. Volvió para sentirse el rey. Y habló –sin inmutarse– de valores y principios, no de bajeza. (O)