El expresidente uruguayo José Mujica, de visita en el país, a propósito del III Encuentro Latinoamericano Progresista, fiel a sí mismo, habló con sencillez sobre asuntos importantes, tanto en el encuentro con los jóvenes como en la charla a la que fue invitado y en la que se suponía que iba a hablar del pacto ético y de la nueva versión del Plan Cóndor, a los que no aludió.

Él quiso hablar, desde la autoridad moral que aún conserva, de temas de otro tipo. A los jóvenes les dijo claramente que “si están enamorados de la plata, vayan a la industria o al comercio”. “Quienes escogen el camino de la política para hacer plata... prostituyen la función sagrada de luchar por los equilibrios y por aminorar y negociar las contradicciones de la sociedad”. Quien hace política “debe vivir como la mayoría de la gente de nuestras sociedades y no como la minoría privilegiada”.

En su charla en Guayaquil criticó las leyes de herencia que intentan generar impuestos hasta de las casas entregadas a los hijos, y en palabras directas criticó a quienes se llenan de “discursos bolivarianos, reuniones y fotos” mientras no se avanza en la integración. Dijo mucho más, pero lo mencionado es suficiente para reconocer en él la sensatez, la lucidez, la sencillez y la responsabilidad con que ha asumido y asume su rol político y, por qué no decirlo, la lección que deja para sus coidearios en el poder o que aspiran a él. (O)