Especialistas en manejo de equipos que emanan radiación contradicen que haya peligro para los vecinos del búnker, como lo asegura el informe que elaboró la veeduría ciudadana del IESS sobre el hospital Teodoro Maldonado Carbo.

Según la veeduría, el búnker que se construye para proteger un acelerador lineal de tratamiento de cáncer no cuenta con los espesores de muro, recubrimiento interno y externo, tipo de compactación de suelo y tratamiento de pisos, losa, espesores, tratamiento constructivo interno y externo, y que la radiación podría alcanzar el exterior del recinto.

No obstante, el exjefe de la Comisión de Energía Atómica del Ecuador y profesor de Física de la Espol, Florencio Pinela, explica que la radiación en alta dosis se encuentra en la habitación donde se impacta al paciente durante su tratamiento, por lo que incluso el tecnólogo observa desde otra área aislada, pero que al finalizar el procedimiento, una vez apagado el equipo, esta energía se dispersa y mediante un sistema de ventilación no debería producir problemas en el sector.

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Sostiene que cuando un paciente se halla confinado, el área donde se encuentra se convierte en un medio dispersor, lo que se llama radiación secundaria, lo que evita que escape a través de las paredes, que deben tener un determinado espesor.

“Si tiene buenas normas y las paredes se hicieron con la densidad de hormigón determinada; si le dieron el espesor adecuado de acuerdo a las normas internacionales, no debería haber ningún problema”, afirmó.

Pinela mencionó que desde hace unos diez años existen los aceleradores lineales en el país, siendo Solca la primera institución que los operó y ahora funcionan en Quito, Guayaquil, Cuenca y Portoviejo.

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Mientras que un ingeniero civil que laboró en la construcción de otros búnkeres en el país, pero que prefirió la reserva de su identidad, indicó que dependiendo de la cantidad de radiación que emita cada acelerador lineal se coloca su protección, por lo que es variable.

“Cada acelerador lineal tiene su propia característica, hay unos en EE.UU. que son gigantescos, todo depende de cuánto emite de radiación y con eso se diseñan las defensas, eso es muy variable. El fabricante dice ‘esto emite tanto hacia tal dirección’”, afirmó el profesional.

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La subsecretaria de Control, Investigación y Aplicaciones Nucleares (SCIAN), Nancy Mantilla, afirmó que por ahora está aprobado el permiso de construcción del búnker, pero al finalizarlo el IESS debe pedir la autorización de importación para nacionalizar el equipo que va a ser instalado, después se realizará una inspección de seguridad radiológica y se verificará que cumpla con el personal capacitado y funcionamiento del acelerador, con lo que podrían obtener la licencia de operación o institucional, posterior a su instalación.

“Con respecto al blindaje, la autorización se emitió verificando de acuerdo a la carga de trabajo que iba a tener, a la disposición del tamaño de la sala, a la energía del equipo, que cumpla con los requisitos necesarios para proteger a la población que está afuera, colindante del otro lado de la instalación, no se diga a la comunidad en general”, explicó Mantilla.

Además, la funcionaria aclaró, con respecto al grosor de los muros de protección, que depende de la energía que va a emitir el acelerador, el tamaño del búnker, de la distancia de la máquina a la pared que se va a blindar, qué se protegerá al otro lado (si es un subsuelo o paso de personas). “El hecho de que haya salido la autorización significa que todos los parámetros fueron analizados y aprobados”, sostuvo Mantilla.

La subsecretaria agregó que la SCIAN debe realizar mediciones cuando esté operando el acelerador para verificar los blindajes, por lo que incluso se le podría pedir al IESS refuerzos en los muros antes de que se emita la última autorización.

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El presidente del Comité promejoras de la cdla. del IESS (colindante al hospital), Juan Guevara, señaló que no se ha socializado el tema en la comunidad, por lo que solicitarán explicaciones a las autoridades para saber si la estructura cuenta con las condiciones adecuadas de funcionamiento en el sector.

La semana pasada, el presidente del directorio del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), Ramiro González, anunció que la obra será inaugurada en dos meses.

El acelerador lineal fue adquirido en febrero del 2010, junto a dos más para el hospital Carlos Andrade Marín (Quito) y José Carrasco Arteaga (Cuenca), en un contrato de $ 10,5 millones a la empresa Jon & Die Medical S.A., mientras que el búnker se construye a un costo de $ 1,5 millones.

La veeduría está avalada por el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPC), que investiga el caso.