Desde el 2000 hasta el 2011 se redujeron en un 99% los casos de paludismo en el Ecuador, sin embargo, aún se ve lejana su erradicación, según el Servicio Nacional de Control de Enfermedades Transmitidas por Vectores Artrópodos (SNEM).

El epidemiólogo de la institución, José Dávila, explica que aún falta más organización intersectorial, que los gobiernos locales mejoren la infraestructura sanitaria y que la población cambie sus hábitos de higiene.

Pues los mosquitos Anopheles, que transmiten el paludismo, se crían en agua dulce de poca profundidad como los charcos, campos de arroz o en las huellas que dejan los animales y los vehículos pesados.

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También es indispensable la cobertura de servicios básicos. En Guayaquil, la red de alcantarillado llega al 85% de la población, según la concesionaria Interagua, y el 85,43% de los ciudadanos tiene cobertura de agua potable, según el último Censo de Población y Vivienda, elaborado en el 2010 por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), aunque Ecapag, ente fiscalizador de la concesión en el cantón, asegura que esa cifra es del 96,5%.

Además –dice Dávila– el hecho de que el país tenga un clima subtropical contribuye a la proliferación del mosquito que transmite los parásitos del género Plasmodium (de tipo falciparum y vivax). En el organismo los parásitos se multiplican en el hígado e infectan los glóbulos rojos alterando el aporte de sangre a los órganos. Esto produce fiebre, dolores de cabeza y vómitos, que aparecen de 10 a 15 días después de la picadura del mosquito.

No obstante, la reducción de casos ha sido significativa y no solo en el país, sino también en el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que entre el 2000 y 2010, en 43 de los 99 países con transmisión de paludismo la disminución ha sido de más del 50%, mientras que en otros 8 países se han visto tendencias a la baja del 25% al 50%. Se calcula que en el 2010 se produjeron unos 216 millones de casos, de los que aproximadamente el 81% (174 millones de casos) se registró en la región de África.

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En el Ecuador las provincias más afectadas son Esmeraldas, Orellana, Los Ríos, Guayas, Pastaza y Cañar. El director nacional del SNEM, Raúl Veloz, explica que esto se debe, principalmente, a la inmigración de gente desde Perú y Colombia, donde –asegura– el control del paludismo ha sido reducido.

Además reconoce que en Esmeraldas la participación por parte del SNEM para diagnosticar la enfermedad ha sido reducida por la violencia. “La intervención no es tan frecuente ni de tanto impacto porque el personal ha tenido problemas con la población”, afirma.

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A esto se suma –agrega Dávila– que el clima de selva tropical húmeda en el área, sin influencia de la corriente fría de Humboldt, sino solo la cálida El Niño es propicia para el mosquito.

Mientras que en Guayas los dos cantones que presentan mayor número de casos de paludismo son El Triunfo y Simón Bolívar. Esto lo atribuyen a que su principal actividad es la producción de la caña de azúcar de tal forma que se encuentran expuestos debido a su trabajo.

Para evitar el incremento de los casos, el SNEM hace pruebas de diagnóstico rápido a los familiares y allegados de quienes dieron positivo en el test.

Desde inicios de año hasta la primera semana de abril se examinaron 139.241 láminas, de estas 172 resultaron positivas.

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Además adquirieron 60.000 mosquiteros impregnados de insecticidas y se prevé la compra de otros 20.000 con los recursos otorgados por el Fondo Mundial (FM). Pues en enero pasado esta organización aprobó la entrega de $ 2’000.466 para ejecutar la segunda fase de la propuesta –presentada por el Estado y la sociedad civil– para el control, prevención y monitoreo de la malaria en el país.

De este monto al SNEM le corresponden unos $ 238.000, según Veloz, quien agrega que el presupuesto para este año destinado por el Estado para el programa es de $ 2’547.000.

Actualmente se ejecuta un plan piloto en Pasaje y Huaquillas, donde se utiliza un biolarvicida de acción rápida, Bactivec, que mata las larvas del mosquito entre las 24 y 48 horas después de ingerido.

Los resultados sobre la experiencia, las limitaciones y las recomendaciones del uso de este producto se obtendrán a fines de junio, según Veloz, quien comenta que se lo considera ecoamigable porque no altera el ecosistema como los químicos que se suelen emplear.