Un examen de laboratorio demora la atención para su hijo de 10 años. En la primera semana de febrero pasado, la pediatra ordenó un análisis de esputo (secreción bronquial) para el infante, pero ayer los esposos John Duncan y Wendy Quiroz tampoco recibieron atención en el laboratorio del hospital Abel Gilbert Pontón, conocido como Guayaquil y que está ubicado en las calles 29 y Oriente, en el suroeste guayaquileño.

“Una desde las 05:00 aquí para que le digan que no”, dijo ella decepcionada y preocupada porque aseguró que su hijo llevaba dos días con fiebre. La familia venía desde la cooperativa Balerio Estacio, asentada en el noroeste de la ciudad.

Al menos 40 pacientes, la mayoría con muestras de orina en las manos, dejaron la columna pasadas las 09:00, luego de que el guardia del laboratorio refiriera que la atención se suspendía por “falta de reactivos”.

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El inconveniente genera pérdida de citas en Consulta Externa. La de Maritza Vargas está prevista para mañana, pero recién el viernes próximo deberá “averiguar” en el laboratorio si hay reactivos. Fue la sugerencia que recibieron en esa área.

Vargas contó que a las 04:00 salió de su casa en la cooperativa Sergio Toral (noroeste de la ciudad) para antes de las 06:00 en columnarse en la puerta del laboratorio, en el mezzanine del hospital, que actualmente está en remodelación. “La fila llegaba dos pisos arriba”, recordó.

Francisca Burbano también resultó perjudicada, pese a que tenía cita en el laboratorio. “Sin los resultados no puede atenderme el urólogo”, lamentó. Ni a ella ni a ningún otro paciente le sirvió que su médico haya escrito la palabra “urgente”.

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El director del hospital, César Chávez, no pudo ser contactado hasta las 16:00 de ayer porque se encontraba en reuniones con el personal, según el área de Comunicación de este centro.

El anuncio de que no había reactivos no suspendió la atención en el laboratorio, aunque sí produjo el retiro de pacientes de esta área y del hospital. Sin embargo, ya sin fila, otros usuarios que llegaron con sus órdenes fueron atendidos. Según ellos, porque la escasez sería de algún reactivo específico.

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Carmen Aguayo, habitante del barrio Las Peñas, fue una de las pacientes que se retiró sin que le recibieran su muestra de orina y con la incertidumbre de cuándo seguirá con sus consultas en el área de Urología.

En aquel consultorio había unos diez pacientes a la espera de su turno hasta las 10:30. Fue el promedio también en Ginecología, Traumatología, Oftalmología, entre otras salas.

Rosa Castro no tenía turno, pero ansiaba que la llamen a la consulta en Urología. El viernes pasado le dieron las 17:00 y su nombre no fue pronunciado. Al averiguar le indicaron que el doctor asignado no atendía ese día. “Ojalá esté mi carpeta y me llamen”, dijo ella, quien presenta cálculos en los riñones.

En el hospital Francisco de Ycaza Bustamante los padres que llegaban –la lluviosa mañana de ayer– junto a sus hijos, buscaban ubicarse bajo el techo del edificio o en las sillas que cubre un techado provisional, ya que el área de espera para Consulta Externa funciona desde hace tres meses en la vereda.

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Debido a la remodelación que se hace en el hospital, se alquila, al lado, una edificación en la av. Quito y Calicuchima.

Entre el olor a cebolla de la salsa que acompaña a las tortillas, bolones y empanadas que venden los comerciantes, llegan a las 07:00 dos empleados que permiten el paso de los usuarios. En el transcurso de 10 minutos llaman a quienes van a Dermatología, Nutrición, Psicología y Psiquiatría, Genética y a los que pidieron consulta por vía telefónica para Pediatría.

A las 07:25 convocan a los cinco primeros turnos para Dermatología. “Solo pasan los que tengan el ticket en la mano y están con su niño”, advierten.

Roxana Rosero, de 39 años, observa cómo se acercan mientras arrulla a su nieto de 7 días de nacido, Maikel Espinar.

El pequeño, que presenta los ojos amarillos, tiene turno con un neonatólogo a las 09:00 y debe esperar. A las 08:30 es llamado para que lo pesen y 40 minutos después está listo para irse. Pese a que la cita estaba programada, Rosero salió junto a él, su hija y su yerno a las 05:30 desde su casa, ubicada en el Guasmo. Solo media hora antes salieron desde el recinto El Prado, de Daule, Glenda Tello y su hija, Ivanna López, de 7 años, para su cita en Pediatría porque la anterior se la programaron en feriado y no atendieron.

Tanto Rosero como Tello coinciden en que en los dos números habilitados para conseguir citas (237-8201 y 237-3852) no les contestan, por lo que deben madrugar.