Va para cuatro años que, desde varios artículos, he alertado, insistido y hasta clamado porque se afronte públicamente un drama lacerante. Un drama no menos escondido y solapado de lo que en su momento fue el drama de los minusválidos. Un drama que, a fuerza de hipocresía o pacatería, lo habíamos tornado invisible. En breve, el drama de la sexualidad de nuestras niñas y adolescentes. Sexualidad que en porcentajes crueles ha llevado a embarazos precocísimos y luego, ya sea a abortos (en condiciones clandestinas de ultrajante riesgo) o bien a procrear infantes cuyos padres, también adolescentes, rehúyen su paternidad, desertan, dejan a su suerte a la pareja. Y todo esto, sebándose en niñas y adolescentes de escasos o nulos recursos. ¿Se podría seguir ignorando sus vicisitudes y el avatar de miles y miles de infantes que han quedado o quedarán en la orfandad de al menos un progenitor? ¿Se podría seguir ignorando que miles de madres adolescentes dejarán truncos sus estudios y sueños para abocarse a una vida dura, precaria y oscura? ¿Y el futuro de miles de niños que ni siquiera conocerían a su padre?

Pues bien, forzoso es constatar que algo ha cambiado y –esperemos– cambiará aun más en un futuro cercano. La prensa del país da cuenta de que el Gobierno impulsa la Estrategia Nacional de Planificación Familiar (Enipla), una de cuyas metas es bajar el embarazo en menores de 17 años en un 3% y reducir en un 10% la cifra de embarazos no planificados, hasta el 2015. Se pretende dar “una respuesta integral a problemas de salud pública como: falta de acceso a planificación familiar, incremento de embarazos en adolescentes, violencia sexual y mortalidad materna”, según el portal del Ministerio de Salud. La Estrategia, coordinada entre los ministerios de Salud, Educación, Inclusión Económica y Social y Coordinadora de Desarrollo Social, aspira a “conseguir la participación activa de la ciudadanía en todo el proceso cuyas soluciones implican cambios sociales y culturales profundos”. Se ha adoptado el significativo eslogan de: “Habla en serio, sexualidad sin misterios”. Confiemos que, gracias a las campañas educativas proyectadas, las adolescentes encuentren respuestas adecuadas, en lugar de lo que expresa la quinceañera María, (diario El Comercio, 11 de marzo): “En mi ‘cole’ hay algunas chicas embarazadas. Pero los adultos poco hablan de sexo. Deberían informarnos y no prohibirnos o criticar lo que somos”. La Estrategia viene pues a afrontar hechos sobremanera preocupantes como el que 121.288 chicas entre 15 y 19 años (es decir 17,2% del total) han dado a luz al menos una vez, según el censo poblacional del 2010. Así, la Enipla afirma que hasta el 2013 se incrementará en 10% el uso de anticonceptivos para adolescentes, mientras 29.000 promotoras de desarrollo infantil serán capacitadas en sexualidad, derechos sexuales y reproductivos. Además, este año el Gobierno destinará 29 millones de dólares a Enipla, y en el 2013 casi 28 millones. Si la Misión Manuela Espejo con los minusválidos, gracias a esfuerzos y perseverancia ejemplares, consiguió resultados extraordinarios, guardemos la esperanza de que ocurra lo mismo con la presente Estrategia.