AFP
SEÚL, Corea del Sur.- El régimen de Pyongyang, deseoso de obtener una ayuda alimentaria cuando se acercan las festividades del centenario del fundador de Corea de Norte, hizo algunas concesiones a Washington, pero no renunciará a su programa nuclear, estiman los analistas.

Menos de tres meses después de la muerte del dirigente Kim Jong-il, al que sucedió su joven hijo Kim Jong-un, Pyonyang anunció el miércoles por la noche una moratoria sobre sus actividades nucleares -ensayos y enriquecimiento de uranio- a cambio de la entrega de 240.000 toneladas de ayuda alimentaria.

Pyongyang también aceptó el regreso de los inspectores de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), organismo de control de las Naciones Unidas, para verificar la suspensión de su programa.

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Peter Beck, especialista sobre Corea en la Asia Foundation, subraya que ha primado el pragmatismo. "De momento, lo mejor que podemos hacer, es congelar el programa nuclear", declaró a la AFP.

"Es un acuerdo ventajoso para las dos partes", estimó el profesor Yang Moo-Jin, de la Universidad de estudios de Corea del Norte. "Para Estados Unidos, se trata de echar las bases para controlar por el momento el tema de Corea del Norte. Para Jong-un, se trata de lograr un beneficio material, bajo la forma de una ayuda alimentaria".

Corea del Norte celebra el 15 de abril el centenario del nacimiento de Kim Il-sung, abuelo del dirigente actual, padre del anterior y fundador de Corea del Norte.

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Habitualmente, el régimen distribuye raciones adicionales durante los aniversarios de sus dirigentes. Para este centenario, había prometido "una gran nación, poderosa y próspera". Pero las penurias alimentarias siguen siendo crónicas y la ONU estima que un cuarto de la población tiene una necesidad urgente de ayuda alimentaria.

A unos meses de las elecciones estadounidenses, "lo peor para Washington sería ver estallar a Corea del Norte, cuando se enfrenta ya a los eventos de Siria y otras partes", estima el analista L.Gordon Flake, director de la Mansfield Foundation.

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Pyongyang reafirmó el miércoles que las dos partes habían reconocido el acuerdo de 2005 entre los seis, como base de la reanudación de las conversaciones. Este acuerdo prevé el abandono del programa nuclear norcoreano a cambio de una ayuda económica, en particular energética.

Pero muchos analistas dudan de que el régimen norcoreano acepte algún día abandonar su programa nuclear, que desde hace años le sirve de moneda de cambio en sus negociaciones con Washington.

"Esto podría ser una astucia para obtener ayuda alimentaria e intervenir indirectamente en los asuntos surcoreanos", donde se celebran este año elecciones, avanza Richard Bush, investigador de la Brooking Institution, en Estados Unidos. "La historia de Corea del Norte así lo sugiere, pero vamos a ver".

En 2007, Corea del Norte ya había aceptado iniciar el desmantelamiento de su programa nuclear a cambio de un millón de toneladas de carburante y de su retirada de la lista estadounidense de Estados que apoyan el terrorismo, antes de volver a una actitud más belicosa un año después.

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En abril de 2009, Pyongyang abandonó oficialmente la mesa de negociaciones a seis sobre la desnuclearización y procedió un mes después a un segundo ensayo nuclear.

"De momento, este acuerdo es un acontecimiento que es bienvenido. Es mejor hablar que no hablarse y mejor un congelamiento del programa que una expansión sin freno", subrayó Peter Beck.

Tras varias semanas de interrogantes en torno al nuevo joven dirigente en Pyongyang, "sabemos que hay alguien capaz de tomar decisiones y que la primera supone un gesto de conciliación (incluso de concesión), y no de beligerancia", apuntaron Stephan Haggard y Marcus Noland, del Instituto Peterson de economías internacionales, en su blog "Witness to transformation".