Viajes de confraternidad, bailes, deportes, son parte de las actividades que realizan.

A sus 76 años, Zonia Flores conoció por primera vez las luces multicolores y la estruendosa música de una discoteca. En ese nuevo ambiente, “un joven me sacó a bailar por horas. Me divertí, reí y gocé toda la noche”, cuenta la mujer, quien compartió esta experiencia con unos 86 compañeros en las islas Galápagos, la semana pasada.

Esta aventura –como Flores la define– forma parte de los viajes de confraternidad que se organizan, tanto dentro como fuera del país, como una actividad de recreación y relajación, en el Gerontológico del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), ubicado en Luque y av. del Ejército.

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Estos paseos contribuyen a una interacción social y familiar, ya que sus parientes pueden acompañarlos, indica Germán Tinajero, presidente de la comisión del Adulto Mayor del Guayas y coordinador del centro, quien entre risas le insiste a Flores que cuente cómo conquistó al joven.

A lo que Flores, de contextura delgada, cabello corto ensortijado y cano, le responde sonriendo “yo no hice nada, él se acercó y se quedó bailando conmigo, a pesar de que yo le decía que mejor sacara a una chica de su edad”.

Vestida con un calentador negro y una blusa azul, la mujer asiste al centro desde hace doce años, a raíz de que murió su esposo. “Yo era ama de casa. Mi esposo nos sacaba a pasear los domingos, pero desde que estoy aquí he disfrutado y vivido mis años”, insiste Flores, quien a pesar de que padece el síndrome de túnel carpiano (causa debilidad en las manos) se siente bien y con ánimo.

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“Estoy alegre, activa y con ganas de vivir”, reitera la mujer, quien vive sola en el sector de La Atarazana. Cuando llega a su casa descansa, hace su comida, crucigramas y ve programas de televisión. Los fines de semana sale con sus familia, dos hijos y siete nietos.

Flores comenta con alegría que en los próximos meses se irá a vivir con uno de sus hijos a una suite. Así mantendrá su independencia.

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Además de viajar con sus compañeros, Zonia disfruta compartir varios talleres con otros adultos mayores como bailoterapia, los lunes y miércoles, en la mañana. “Es una actividad que me llena de energía”, expresa.

Al consultarle sobre las limitaciones de edad, ella al igual que otros adultos mayores que estaban a su alrededor dicen al unísono la frase: “¡Viejos son los caminos y aún sirven para andar. Nosotros somos adultos mayores!”. Con algo de complicidad la repiten sonrientes.

En el salón de pintura del centro, unos trazos cóncavos dan forma a los pétalos amarillos de una orquídea que cobra vida a través del pincel de Sara Núñez, quien remarca la parte interna de la flor para darle el efecto de profundidad e iluminación al lienzo en el que trabaja desde hace tres semanas. Esta práctica la ha adquirido con esfuerzo y dedicación hace 18 meses. Desde ese entonces aprendió a expresarse a través de la pintura.

La muerte de su esposo fue el detonante para buscar un replanteamiento de su vida. “Antes era ama de casa y estaba dedicada a mi familia. Cuando él murió vine con la expectativa de cambiar mi entorno, de olvidarme de mis penas y sentirme bien conmigo misma... creo que lo he conseguido”, expresa con una tímida sonrisa esta mujer de 72 años.

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Tras un largo suspiro, Núñez, de tez trigueña y cabello cano, comenta cómo su vida cambió al ingresar al gerontológico.

“Mi esposo era el afiliado, yo recibo el montepío y por eso me inscribí en los talleres. Aunque nunca había pintado, aquí descubrí una actividad que me apasiona”, señala y se voltea en su asiento para decir en voz alta: “Este lugar se ha convertido en nuestro segundo hogar”. Esta frase inspira a sus quince compañeras del arte, al decir “somos una familia”.

Sarita –como la llaman sus amigas– es una de los 1.000 adultos mayores que acuden a este centro, donde se enseñan más de diez diferentes actividades en la planta baja y primer piso de este edificio, que por 28 años ha brindado atención a los jubilados.

Gimnasia de corazón sano (para diabéticos e hipertensos), bailoterapia, neuropsicoestimulación (para quienes presentan trastornos mentales) y manualidades, son algunos de los talleres que se dan en el centro, con el objetivo de “que los años que lleguen sean saludables, no sanos, es decir, que sepan cómo manejar sus patologías; que sean útiles consigo mismos y para la comunidad; independientes; y, especialmente, felices”, sostiene Tinajero, coordinador del centro, quien agrega que estas actividades mantienen activas las neuronas, ayudan a la memoria, generan distracción y así alejan a las enfermedades.

Asimismo, otros 450 adultos mayores realizan actividades físicas y recreativas, dependiendo de sus patologías, en el gerontológico municipal Arsenio de la Torre Marcillo, ubicado frente al c.c. Albán Borja.

Sumergidas en el agua temperada de la piscina, cuatro mujeres de 67, 69, 79 y 83 años caminan por unos diez minutos como parte de los ejercicios que practican los lunes y miércoles para relajar el cuerpo, flexibilizar la columna vertebral y fortalecer los músculos.

“Antes no podía caminar, tenía un cuerpo rígido, no tenía fuerzas para mover las piernas, pero ahora hasta bailo”, sostiene Aneida Morán, de 67 años, quien padece de artrosis.

Desde hace unos cinco meses asiste a este centro, en el que además practica bailoterapia, terapia ocupacional (ejercicios como crucigrama, que ayudan a la memoria), taichi, entre otras. “Ya no me duele nada”, expresa mientras sonríe.

En el centro “se busca rescatar el valor del ser humano, el respeto y, a pesar de todo, su autoestima, al juntar la medicina y la geriatría para darle una nueva visión de vida del adulto mayor. Se trabaja en una reconstrucción de vida”, indica su directora, Rosa Azúa.

Sobre la creencia de que los adultos mayores son como niños, Azúa insiste en que ellos deben ser tratados como cualquier ser humano, con respeto y sin burla.

Detalles: Cambios en los gerontológicos
Traslado de centro
El centro del IESS se trasladará a fines de este año al antiguo dispensario 31 del IESS, ubicado en Chile y Colombia, donde funciona Riesgos de Trabajo.

Ampliación de cobertura
En el gerontológico Arsenio de la Torre Marcillo, ubicado frente al c.c. Albán Borja, ampliará la cobertura en 300 cupos desde abril. Las inscripciones están abiertas.