Pese a que 22 estudiantes del Colegio Técnico Milagro en diciembre del año anterior sufrieron una intoxicación masiva por consumir enormes caracoles de tipo africano que salen de aguas estancadas y de solares vacíos, en algunos sectores de esta ciudad continúa la ingesta del molusco.

“Varios ciudadanos siguen con esta costumbre de consumirlo con limón o sal, sin considerar los riesgos de contraer la leptospirosis”, advirtió ayer Galo Vizcaíno Cruz, director del hospital León Becerra en este cantón.

Los colegiales afectados, del octavo año del referido plantel, fueron atendidos e internados en esa casa de salud, luego de haber ingerido caracoles que recogieron de una alcantarilla que contiene aguas putrefactas y negruzcas y que pasa cerca del colegio.

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De los 22 casos presentados, 3 fueron de mayor gravedad, aunque 2 pudieron superar el problema y el otro tuvo que ser internado en el Hospital del Niño en Guayaquil, porque su estado revestía mayor riesgo.

El problema llamó la atención de las autoridades sanitarias y de salud de Guayaquil y Quito, que mantuvieron charlas y reuniones con directivos y alumnos del colegio para indagar el caso. Se conoció entonces que se pidió a la Municipalidad que concluya la obra entubando ese canal de aguas servidas que pasa cerca del plantel.

“Este tipo de caracol, que existe por miles en la ciudad, es un clon del caracol africano y sudamericano y al no cocerlo a una temperatura alta, el virus de la leptospirosis puede causarnos problemas”, sostuvo el funcionario.

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El médico señaló que personal médico y paramédico de esta casa de salud realizó pruebas de falta de glóbulos blancos en los estudiantes internados, para descartar que no hayan contraído esa enfermedad.

La psicóloga Neiva Núñez Rosero, orientadora del ciclo básico, agregó que quienes ingieren estos caracoles adquieren una bacteria parecida a la del cerdo, cuya vida no pasa de quince días, pero al morir y estar en la sangre de las personas es cuando crea los problemas que han sufrido los estudiantes. Pero la profesora asegura que si los caracoles se los come bien cocinados no pasa nada.

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El informe enviado a las autoridades de salud señala que sin ningún tipo de precaución los estudiantes suelen recoger agua para regar las plantas y aprovechan la presencia de caracoles que eran ingeridos con sal y limón o eran llevados a los hogares de casa de algunos.

“Hemos cumplido con una campaña informativa en todos los planteles, se han petrolizado las áreas donde estudiantes no solo se bañan sino que recogen este tipo de moluscos que se alimentan con orina y heces de ratas”, señaló el médico.

La preocupación de padres de familia y profesores era notable por cuanto algunas jóvenes utilizaban la llamada “baba de caracol” para supuestamente mejorar la piel, sin considerar que pueden quedar ciegas y resultar con erupciones.