Desde el 11 de enero del 2010 la emergencia en salud se ha renovado en cuatro ocasiones y las quejas en la mayoría de los hospitales del país siguen, los problemas continúan, al igual que la falta de medicinas, de equipos para realizar exámenes, la carencia de especialistas y la saturación de pacientes.

Esta realidad o parte de ella la reconoció ayer el presidente Rafael Correa, al referirse a la renuncia, el pasado jueves, del ministro de Salud, David Chiriboga, y las fallas que el mandatario comprobó en el hospital de niños Baca Ortiz, de Quito.

Se ha triplicado el presupuesto y me parece no se ha hecho nada, dijo el gobernante en su enlace sabatino.

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Culpó a la que él llamó ‘burocracia indolente’ por la lentitud en la gestión para solucionar, por ejemplo, la compra de dos equipos de rayos X del hospital capitalino. Citó que él comprobó que una paciente tuvo que pagar $ 12 por unos exámenes de esa clase en la clínica San Francisco, ubicada enfrente del hospital. Señaló que incluso podría disponer la declaratoria de utilidad pública de ese negocio privado.

Anunció la remoción de las autoridades de ese hospital, al referirse al accidente de la niña Nayelly Naranjo, de 7 años, quien cayó por un ducto de un ascensor de la institución. Esos ascensores llevan 10 años dañados y no se ha hecho nada.

Correa reconoció que su amigo, el exministro Chiriboga es una persona extraordinaria, pero consideró que el perfil para ser ministro no era el de un médico. Dijo que hay falta de visión del personal y que se deja perder el dinero asignado. Karina Vance, quien era subsecretaria de Planificación del Ministerio, va al Ministerio.