Lo que se inició hace una década como una banda que pugnaba con otras por el control de los envíos de droga al exterior desde Manta en la provincia de Manabí, derivó en una de las organizaciones narcodelictivas mejor estructuradas y temidas del país.

Este grupo delincuencial fue bautizado con el nombre de Los Choneros, debido a que su precursor, identificado como Jorge Bismarck Véliz España –quien fue acribillado en Santo Domingo el 31 de enero del 2007– nació y se crió en Puerto Arturo, un barrio de calles lastradas que se extiende en los márgenes del río Chone en el cantón manabita del mismo nombre.

Allí Véliz, quien era conocido con los alias de el Chonero o Teniente España, se inició como vendedor de drogas para luego migrar a Manta donde se involucró en el tráfico internacional de estupefacientes.

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Un habitante del sector Bellavista, una zona que colinda con Puerto Arturo, y que conoció a Véliz desde cuando era un niño, dice que era temido en esta zona. “Sus padres vendían maní en el mercado, él (Véliz) era leal con sus amistades, a quienes siempre hacía respetar, incluso acá nos ayudaba a cobrar las deudas porque le temían”, dice.

Los Choneros, liderados por Véliz, se hicieron más reconocidos ya a finales de la década de los noventa (1998), cuando empezaron a controlar las rutas de la droga que germinaron en Manabí por la facilidad para enviar estos cargamentos ilícitos desde sus 300 kilómetros de costas que incluyen playas inhóspitas, según dice un policía del Grupo de Intervención y Rescate (GIR) quien pide mantener su nombre en reserva.

Con el incremento del narcotráfico en la zona surgieron nuevas bandas, como Los Queseros, quienes se disputaban con Los Choneros el control de esta ruta.

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Fuentes de la Fiscalía coinciden que la violencia entre ambos bandos aumentó a partir del 2005 cuando integrantes de Los Queseros asesinaron a la esposa de Véliz.

Este enfrentamiento perdura hasta ahora, aunque con variantes, ya que Los Queseros fueron exterminados por Los Choneros, quienes han aumentado su dominio y margen de acción a provincias vecinas de Manabí, como Santo Domingo de los Tsáchilas, Los Ríos, Guayas y Pichincha, en cuyas ciudades se han formado células de esta organización que posee una estructura jerárquica bien definida, según la Policía.

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Ello quedó evidenciado después de la muerte de Véliz cuando el liderazgo de esta banda fue asumido por Jorge Luis Zambrano González, alias Rasquiña, quien fue detenido la mañana del 6 de septiembre pasado mientras desayunaba en un local del norte de Guayaquil.

Rasquiña tenía boleta de captura por el asesinato de Jairo Carreño Mendoza, de 45 años, registrado el 14 de mayo pasado. También estuvo detenido en abril del 2008 por el caso de narcotráfico Renacer, aunque obtuvo su libertad tras permanecer recluido un año sin sentencia en la Penitenciaría del Litoral.

Con el tiempo, Los Choneros han diversificado sus fuentes de financiamiento con el cometimiento de una serie de delitos como el robo de autos para luego extorsionar a sus dueños a cambio de devolverles el bien, asalto a bancos, a carros blindados y a locales comerciales, al igual que el sicariato y el narcotráfico. Así lo revela un informe de la Policía divulgado el fin de semana anterior tras la detención, el 8 de octubre pasado, de siete individuos a quienes la Policía identifica como miembros de esta organización. .

Entre los encarcelados están los hermanos José Adolfo (32 y alias Fito) y Ronald Javier Macías Villamar (31 y alias Javi), ambos considerados como los líderes de la célula que operaba en Manta y el sur de Manabí.

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Los dos estaban incluidos en el listado de los delincuentes más buscados a nivel nacional que emitió la Policía Judicial. Junto con ellos se detuvo a Luis Eduardo Figueroa Litardo, involucrado en el caso de un triple crimen ocurrido el 15 de septiembre pasado cuando tres individuos fueron acribillados mientras se encontraban en un auto de marca Audi en la ciudadela La Pradera, al este de Manta.

Pese a estos antecedentes, el presidente de la República, Rafael Correa, planteó la posibilidad de conceder amnistía a Los Choneros, durante su enlace sabatino del 8 de octubre pasado, a cambio de que dejen de delinquir. El primer mandatario aseveró: “entréguense a las autoridades, podemos hablar de disminución de penas, incluso de amnistías (perdón), etcétera, siempre y cuando se entreguen y paren de delinquir. Y no solo eso, den información para atrapar a los que quieren seguir delinquiendo”.

Aunque ningún oficial y policía de inteligencia entrevistado para este informe quiso opinar sobre estas declaraciones, sí coincidieron en recalcar el nivel de peligrosidad que ha alcanzado esta organización delictiva.

Por ejemplo, una fuente de la Policía Judicial (PJ) de Manta informa que, según investigaciones emprendidas tras crímenes cometidos durante este año, Los Choneros tendrían nuevos enemigos, quienes serían la banda de Los Figueroa.

Un sobreviviente de la matanza del 15 de septiembre señala a Manuel Figueroa Villamar (alias Papelito) y a Cristian Yuber Figueroa Quiroz (alias el Lobo) como los presuntos responsables de ese triple crimen. Ambos están prófugos y aparecen en el listado de los más buscados de Manabí.

Con la detención de Rasquiña y de los hermanos Macías Villamar, la Policía presume además que Eder Proaño Pazmiño asumió el liderazgo de Los Choneros. Él aparece en el listado de los diez más buscados del país que emitió la Dirección Nacional de la Policía Judicial.

Mientras que le seguiría en jerarquía Roy Orlando Cuenca Cheves, alias Cena, otro Chonero, a quien se lo involucra en el crimen del profesor Hitler Carvajal Solórzano, ocurrido el pasado 20 de septiembre.

Esta misma fuente de la PJ quien pidió la reserva confirma que “por malos repartos y disputas”, algunos miembros de la banda Los Choneros se alejaron de esa organización para conformar el grupo denominado Los Figueroa. “Quieren dominar el territorio para dar seguridad al tráfico de drogas internacional y extorsionar a empresarios a cambio de ofrecerles seguridad”, refiere la fuente.

El mismo oficial agrega que el grupo delincuencial Los Choneros pasó de ser “una banda de pueblo” para convertirse en una organización cuyos líderes reclutan constantemente a nuevos miembros, que por lo general son adolescentes a quienes les encargan inicialmente tareas como robo de autos para su posterior desmantelamiento hasta convertirlos en sicarios.

Aunque una de sus principales fuentes de financiamiento son las denominadas ‘vacunas’, que consisten en cobros mensuales de dinero que realizan a medianos y pequeños empresarios a cambio de garantizarles protección. “Ellos mismos primero les hacen algo para hacerlos víctimas y poderles cobrar estas vacunas como se las conoce en Colombia. Incluso si se niegan a pagar cometen secuestros y otros delitos para garantizarse el cobro”, refiere.

Estos delitos son adicionales a la labor principal que consiste en asegurar que los cargamentos ilícitos de droga permanezcan escondidos en centros de acopio hasta que llegue el momento preciso para transportar este alcaloide por distintas vías hacia el exterior.

“Actúan con perfil bajo, pero cuando aparecen ejecutan a personas del bando contrario para que sepan que ellos están vigentes y que este es un territorio al que otros no pueden entrar. Han acaparado más espacios con su dispersión”, acota.

Fuentes policiales advierten sobre las distintas ramificaciones en que se ha dividido esta organización delictiva para diversificar sus delitos y mantener su hegemonía.

Entre las distintas células se ubica a la banda del Negro Arroyo y otra liderada por Cena.

Un uniformado del grupo conocido como Los Intocables (bautizado así por el exministro del Interior y ahora asambleísta, Fernando Bustamante) afirma que Los Choneros quieren ser en Manabí como Los Zetas (conocida banda criminal mexicana vinculada a actos de extorsión y matanzas en torno al narcotráfico)”, dice.

En medio de estas disputas, al menos cuatro policías han sido asesinados por integrantes de Los Choneros desde el 2007. A sus miembros se les atribuye el asesinato del uniformado Néstor Rodríguez Quishpe, quien murió el 24 de mayo del 2007.

Al igual que se los vincula en el crimen de los policías Jairo Guerrero Erazo y José García Briones. Ambos fallecieron en medio de una balacera ocurrida el 13 de junio del 2010 en el cantón Chone, al norte de Manabí.

Jimmy Jimbo Vega sería el último policía asesinado por esta organización. Este uniformado recibió disparos cuando se encontraba durante la madrugada del 3 de septiembre del 2010 en la Unidad de Policía Comunitaria de la ciudadela Aurora, al noreste de Manta.

Luego de su muerte, alrededor de las 04:00 de ese mismo día, se inició una persecución que terminó en el sector de las Jacuatas, al este de Manta, con la muerte de William Macías Villamar (alias Lan), quien hasta ese entonces lideraba la célula de esta banda afincada en Manta. Junto con Lan fueron acribillados también Darwin Macías Cedeño (alias el Chavo) y Jonathan Panchana.