Gabriela Pesantes, de 21 años, observaba las aproximadamente 30 donaciones de cabello que durante la mañana de ayer habían hecho otras mujeres. En pocos minutos 20 cm de su larga cabellera castaña sería una más de las que reposaban sobre la mesa. “Quiero entregar esta parte de mí porque mi madre murió con cáncer hace dos años y sé lo difícil que es ver cómo te quedas sin cabello debido a los tratamientos”, dijo Pesantes.

A otra de las donantes, su mejor amiga le tomaba fotos con el celular mientras el estilista le hacía un moño con una liga y le cortaba el mechón. “Ojalá pudiéramos hacer más cosas para ayudar a los niños con cáncer. Me cuido muy bien el cabello porque es parte del atractivo de una mujer, pero quise ayudar porque crece y es una causa que merece nuestro apoyo”, destacó Gisella Buendía, de 21 años, al ver su nueva melena que le llegaba hasta los hombros.

Al igual que ella, decenas de mujeres y uno que otro hombre entregaron voluntariamente sus mechones para contribuir a la confección de pelucas que serían donadas por la fundación Dibuja una Sonrisa, a los niños que padecen de cáncer.

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El evento se desarrolló en el malecón Simón Bolívar, en los exteriores del IMAX, y fue organizado en conjunto con los estudiantes de Publicidad de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES).

El representante de la fundación quiteña, Javier Sandoval, explicó que las donaciones se enviarían a un artesano en la capital para someterlas a un proceso de hidratación y tinturado para nivelar los colores.

Luego, se cose mechón con mechón para unirlos en una máquina recta y al final se los ubica en una sola malla.

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Cada mes la organización entrega diez pelucas en los hospitales de Quito, pero Sandoval anunció que en septiembre se entregarán en Guayaquil.

“A nosotros nos cuesta $ 80 cada peluca que entregamos pero los donantes la única contribución que hacen es la de su cabello. Nosotros conseguimos los fondos haciendo actividades o con la venta de los productos oficiales de la fundación”, dijo.