El Gobierno nacional debe entender una verdad muy simple,  EL UNIVERSO no se va a callar. Para conseguirlo, para que nuestra voz enmudezca, al presidente de la República solo le quedará un camino, destruirnos, y por lo visto, eso es lo que ha resuelto.

Durante cuatro años y medio nos ha endilgado toda clase, no de insultos, sino de vulgaridades. Ha perseguido a nuestros periodistas, columnistas y funcionarios.

Nos ha demandado a nosotros, al Diario y al Editor de Opinión por 80 millones de dólares. Pide además tres años de cárcel para cada uno.

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De ganar esta absurda demanda, se convertiría en dueño único del Diario.

Pero ninguno de esos ataques ha sido tan inmoral como el más reciente, el de creer que podría ofender la memoria de nuestro padre.

El enorme pulpo de medios de comunicación del Gobierno, diarios, canales de televisión y radios, se ha empeñado en estos días en difundir un pasquín que se publicó hace veinte años, sin firma de responsabilidad, y que luego sirvió para apoyar las falsedades de un diputado socialcristiano que también buscaba difamar. Nuestro padre contestó en aquella ocasión todas las mentiras.

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En ese panfleto acusaron al hombre ilustre que fue Carlos Pérez Perasso, cuyas actividades fueron todas lícitas y transparentes, de haber participado hace treinta años (cuando muchos de nuestros lectores eran niños o no habían nacido, y desconocen por tanto esos acontecimientos) en un supuesto negociado en la construcción de la terminal terrestre de Guayaquil.

Todas las acusaciones son falsas. La única culpable del fiasco de la terminal terrestre fue la empresa Fujita, como la ciudadanía lo entendió en aquella ocasión. Así lo ratificaron varios jueces hasta concluir en una sentencia unánime de casación que constituye cosa juzgada. El Diario informó de cada detalle del escándalo y el juicio.

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Nuestro padre no tuvo ninguna participación en Fujita, la empresa constructora, que huyó del país, reconociendo con eso que la culpa era toda suya.

El presidente Rafael Correa sabe que nuestro padre no puede defenderse, pero eso no lo ha detenido. Como no dispone de una sola acusación contra la actual administración de EL UNIVERSO, y no puede por ende callar nuestros informes sobre la corrupción que campea, entonces retrocede tres décadas, en el vano intento de ensuciar con mentiras, no con pruebas, a una generación anterior.

Hasta ahora nosotros no hemos querido rebuscar en las anteriores generaciones del presidente de la República.

Son varios y de distintas ideologías los gobiernos y dictaduras que pretendieron clausurar EL UNIVERSO y aplastar la libertad de expresión. No pudieron. En los próximos meses vamos a cumplir 90 años, casi un siglo, en esa tradición.

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El recuerdo de esos gobiernos apenas aparece en los libros de historia, pero la libertad de expresión, en cambio, sigue viva. Y seguirá viva, estamos seguros, porque los hombres y mujeres democráticos del Ecuador no tolerarían lo contrario.

Carlos, César y Nicolás Pérez