Hace unos años se produjo una aguda polémica entre las empresas tabacaleras y algunas instituciones sanitarias sobre los efectos del hábito de fumar cigarrillo. Estados Unidos emprendió en largas y cuidadosas investigaciones, llegando a irrefutables conclusiones acerca de los severos trastornos que ocasiona el tabaco. Quedó demostrado que este era el causante de la más grande epidemia de cáncer y enfermedades cardiovasculares. Se comprobó además que el humo del tabaco afecta no solo a los fumadores activos sino también a quienes involuntariamente se ven obligados a “fumar de modo pasivo”, inhalando el humo con que los fumadores contaminan el ambiente. Frente a esa situación las autoridades de Salud de Estados Unidos y la Organización Mundial de la Salud adoptaron medidas restrictivas contra el hábito de fumar.

Ahora, las autoridades de la ciudad de Cuenca, haciéndose eco de la necesidad de proteger la salud de todos, han resuelto que su bella urbe entre en la categoría de “libre de humo”, para lo cual han prohibido fumar en lugares públicos. Esta medida respalda la lucha que el Gobierno nacional lleva adelante desde hace varios años.

Las estadísticas de morbilidad y mortalidad por cáncer pulmonar y de otros órganos, así como las enfermedades cardiovasculares producidas por el tabaco son, verdaderamente, sobrecogedoras. La muerte por infarto cardiaco y sobre todo por cáncer es la última fase de un largo y muy penoso proceso.

El humo del cigarrillo produce más de dos mil compuestos químicos que contaminan el ambiente: pequeñas partículas, gases, compuestos volátiles y semivolátiles, entre ellos compuestos cancerígenos. La mayoría ejercen efectos irritantes en las vías respiratorias, en este caso, es peor el humo de la colilla que se quema lentamente. Las substancias irritantes empeoran a veces violentamente a los asmáticos, bronquíticos y otros enfermos de las vías respiratorias. El tabaco inhibe parcialmente al sistema de inmunidad, disminuyendo las respuestas protectoras frente a un virus como el de la gripe o influenza y otros, así como el de las bacterias del tracto respiratorio. Hay disminución de algunos tipos de anticuerpos. La hoja de tabaco contiene virus, bacterias, parásitos, hongos y substancias químicas como insecticidas, que no se eliminan totalmente en el proceso industrial de producir cigarrillos. También, el tabaco contiene un producto químico, la rutina, que acelera el fenómeno de la coagulación sanguínea y contribuye a la formación de coágulos intraarteriales. Así mismo, puede contribuir al empeoramiento de la artritis y el enfisema. Además, es un factor que interviene en la precoz producción de cataratas y trastornos de la vista.

Las afecciones mencionadas dan solo una idea de los tantos perjuicios que produce el cigarrillo en el organismo humano. Aunque la lista es muy incompleta, es suficiente para dar una idea de los riesgos para la salud individual y colectiva.