El edificio volcánico del Tungurahua presenta fisuras por las que se escapan gases a manera de fumarolas. Estas fueron visibles el pasado martes, unos 1.000 metros bajo del cráter, en el lado occidental, según imágenes captadas por el Instituto Geofísico, entidad que vigila la actividad del volcán, en erupción desde hace 11 años y que hace dos semanas registró una reactivación.

Patricio Ramón, técnico del Geofísico, de turno en el Observatorio de Guadalupe, señaló que la presencia de la fumarola muestra un sitio de debilidad en la estructura del volcán. “Por esa razón, los gases tienden a salir por esa zona. Pero hay sectores en donde hay mayor o menor debilidad en todo el edificio volcánico; por esa circunstancia existen otros campos fumarólicos que representan fisuras y grietas por donde se facilita la salida de gases y vapor de agua”, afirmó Ramón.

El técnico refirió que desde antes que se inicie el proceso eruptivo del volcán Tungurahua, hace 11 años, existían fumarolas al interior del cráter, pero a partir del 2001 aparecieron otras en el lado oriental del edificio volcánico. Posteriormente, con los diferentes tipos de actividad que ha sufrido el volcán, los técnicos evidenciaron que han aparecido y también desaparecido diferentes fumarolas, tanto al exterior como en el interior del cráter.

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Las fumarolas del pasado martes se visualizaron en el flanco occidental de la montaña, en las cabeceras de las quebradas Achupallal y Bilbao. Ramón aseguró ayer que estas se pudieron observar con claridad aproximadamente a 1.000 metros bajo el nivel del cráter y tenían actividad significativa. “Con la ayuda de binoculares se veían por lo menos dos o tres chorros de fumarolas, exclusivamente de vapor de agua, no arrojaban ceniza”, que tenían entre 50 a 80 metros de altura, pero que hoy (ayer) ya no se pudo observar ninguna”.

Explicó que se deduce que es una fumarola de tipo pulsátil, es decir, que cambia su actividad, porque la intensidad de esta no es continua ni sostenida. Por eso, los técnicos tratan de obtener más información para conocer el tipo de material que emite, “con el fin de poder hacer consideraciones de lo que significa su aparición”.

No obstante, Ramón indicó que siempre los volcanes, tanto en periodos de calma como cuando están en erupción, presentan fumarolas. Según el técnico, la medida de las emisiones de las fumarolas no es muy intensa, nada comparado con la actividad al interior del cráter del volcán Tungurahua.

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Por eso –agregó–, el riesgo que presentan es bajo. Señaló que se puede correr peligro en caso de que una persona esté muy cerca de donde se producen estos fenómenos, porque alcanzan temperaturas de aproximadamente 90 °C y presentan también emisiones con ceniza, nocivas para la gente.

Actividad moderada
Luego de su reactivación, el pasado 20 de abril, durante diez días el nivel de erupción bajó, hasta la noche del lunes y madrugada del martes, cuando volvió a expulsar ceniza y vapor en forma moderada.

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Ramón señaló que en las últimas horas, hasta el mediodía de ayer, las emisiones se mantenían de manera sostenida. La reactivación iniciada el 20 de abril significó la expulsión de ceniza en uno de los niveles más altos desde el inicio de la etapa eruptiva. El polvo volcánico causó problemas a los agricultores y ganaderos de zonas aledañas, aunque las lluvias que cayeron hace dos semanas en la zona lavaron el polvo.

Apuntes: Ceniza
Hacia el Oriente
Las columnas de ceniza que desde el martes lanza el Tungurahua alcanzan 2,5 kilómetros de altura. Estas se dirigen hacia diversos sectores aledaños, por la variabilidad de los vientos, especialmente al Oriente.

Rumores en Guayaquil
Una bruma que volvió el cielo oscuro, la tarde del martes, originó rumores sobre una supuesta caída de ceniza volcánica en Guayaquil. Ciudadanos decían que notaron la caída del material hasta la noche del martes, pero los técnicos y las imágenes satelitales desmintieron este hecho.