Dos figuras delgadas, casi idénticas, se observan arrimadas a la entrada de la puerta de farmacia del hospital de Infectología. Son dos hermanas de 42 y 40 años, respectivamente.

La mayor acompañó a su hermana, quien tiene discapacidad intelectual, a retirar los fármacos Kivesa y Lamiduvina, como cada semana en los dos últimos meses.

Su rostro refleja tranquilidad porque sabe que su familia hace todo lo posible por brindarle la mejor atención, luego de que los médicos confirmaron en diciembre pasado que su hermana tenía VIH, quien empezó el tratamiento en enero.

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“Yo siempre la he cuidado, ella vive en el sur con mi mami, yo vivo al norte, pero la acompaño a las consultas. En abril vine mucho, le dieron para quince días, ya se terminaron, le toca tomar de nuevo. Hubo un mes que no había nada, ese fue en marzo, fue difícil ese mes”.

Ella quisiera saber dónde comprar la medicina cuando no hay en Infectología, porque en marzo no las consiguió en las distribuidoras del centro de Guayaquil. “Me la consiguieron en la Sierra, fueron $ 300, eso fue en marzo; me gustaría que fueran más económicas”, dijo.