El rastro del dinero que los corruptos colombianos le roban al erario y logran depositar en cuentas cifradas de bancos suizos es cada vez más detectable para las autoridades e investigadores privados.

Un exfiscal colombiano que desde su oficina privada en Bogotá ahora escudriña para sus clientes el curso del dinero de la delincuencia estima que, en últimas, basta “simple decisión política” de los gobiernos para encontrar y retener los fondos que los corruptos logran esconder en la banca suiza, supuestamente la más segura del mundo para la delincuencia.

“Lo que pasa es que los propios gobernantes con frecuencia son deshonestos y se convierten en los principales cómplices de los corruptos”, asegura el investigador que se precia de haber hallado cuentas y fondos de la corrupción latinoamericana y el narcotráfico en los principales paraísos fiscales.

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“Una porción significativa del dinero de las obras públicas de Latinoamérica está depositada en Suiza a nombre de quienes se la han robado o de sus testaferros”, sostiene el exfiscal.

El caso más reciente sobre las posibilidades reales de encontrar cuentas bancarias de la corrupción en Suiza es el del clan colombiano Nule, que les robó cerca de $ 900 millones a la ciudad de Bogotá y al gobierno central de Colombia mediante contrataciones para obras públicas.

El grupo de defraudadores, hoy prófugos de la justicia colombiana, está compuesto por dos hermanos (Miguel y Manuel Nule, de 34 y 38 años de edad, y un primo Guido Nule, de 33), nietos de Miguel Elías Nule, un inmigrante libanés de 94 años que llegó a Colombia en los años cuarenta.

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Los tres jóvenes Nule, quienes ahora viven en Miami y dicen estar “en la miseria”, iniciaron en 1998 su carrera de contratistas del Estado cuando ganaron una licitación con el objeto de construir una vía pública de bicicletas en el barrio obrero bogotano de Fontibón. Diez años después tenían 161 contratos multimillonarios para obras públicas en Colombia, una maraña de empresas, muchas de ellas de postín, así como cuentas bancarias clandestinas en diez paraísos fiscales y costosas propiedades en Miami, Nueva York o Dubái.

Los Nule consiguieron adjudicaciones de costosas obras públicas mediante una red de corrupción que hoy incluso involucra a los hijos del anterior presidente, Álvaro Uribe, y al senador Iván Moreno, hermano del actual alcalde de Bogotá, Samuel Moreno.

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El clan Nule recibía anticipos y adiciones en dinero sobre los contratos que firmaba, giraba abundantes cantidades de esos fondos a cuentas del exterior y mantenía sus frentes de trabajo en Colombia con dineros tomados de múltiples préstamos, de manera que solía abrir un roto para tapar dos o tres más.

Fueron tantos los créditos recibidos de particulares (hay contabilizados al menos 700) que las autoridades judiciales estudian la posibilidad de encausarlos por el delito adicional de captación ilícita de fondos del público.

En el 2010, el grupo empresarial Nule se desplomó como consecuencia de no haber podido contratar en el 2009 una de las carreteras más costosas de la historia de Colombia, la Ruta del Sol, que supuestamente unirá a Bogotá con la costa del Caribe. Tampoco logró hacerse con el contrato de la cuestionada y multimillonaria remodelación del aeropuerto Eldorado, de esta ciudad.

Ellos reconocen ahora que esperaban recibir esos dos negocios para mantener a flote sus empresas y las obras públicas que ya tenían contratadas pero que andaban retrasadas. No obstante, sabían fingir que había avances en medio de las demoras.

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La más evidente muestra de la corrupción de los Nule y de las autoridades que contrataban con ellos es la reconstrucción de la calle 26 o avenida Eldorado, de Bogotá, una de las principales vías de la ciudad. En este caso, el grupo Nule entró en bancarrota y sus tres propietarios y directivos huyeron del país, dejando el emblemático sector convertido en un lodazal.

Las obras de construcción de una autopista de doble calzada entre Bogotá y el balneario de Girardot (equivalente a Salinas respecto de Guayaquil) también fueron abandonadas por los Nule, cuando se les acabaron las posibilidades de destapar más opciones financieras de un lado con el fin de paliar descalabros en otro.

A pesar de estar en aulagas financieras cada vez más grandes, cada uno de los Nule tenía un jet privado. Uno de ellos llevaba a su hija a Miami en la mañana para tomar clases de golf y regresaba en la tarde.

Hoy, a marchas forzadas, la ciudad debe pagar por segunda vez las mismas obras que un nuevo contratista intenta terminar.

Los organismos de justicia y control y los investigadores privados que escudriñan el caso de los Nule no saben si los defraudadores programaron ellos mismos su quiebra para dejarles la debacle a la administración pública y a los acreedores cuado ellos ya tenían a salvo en paraísos fiscales el dinero de los contratos incumplidos.

No obstante, los investigadores han encontrado al menos tres cuentas principales de los Nule en bancos suizos, así como en Panamá y otros paraísos fiscales, y cuantiosos bienes y empresas de postín en diez países.

La primera cuenta en Suiza apareció en un sencillo cruce de correos con un presunto estafador identificado como Rosemberg Ibarra Vidarte, que les ofreció a los Nule un crédito de emergencia por $ 16’483.500, Aun cuando, al parecer, no hubo negocio entre las partes, un e-mail del prestamista dirigido a Miguel Nule dice: “Confirmación de transferencia de  $ 16’483.500 a la cuenta del Banco UBS AG Zúrich”.

Con esa pista, los investigadores establecieron que la clave cifrada o coordenada de la cuenta-madre en Suiza es CH320020620627371960Z. Esta información llevó a encontrar otra en el mismo banco.

El rastreo a la información obtenida hasta ahora también ha permitido detectar giros y depósitos en EE.UU., Brasil, Guyana, Belice, Islas Caimán, Panamá, Suiza, Italia, España y Emiratos Árabes Unidos.

Pese a que las investigaciones han sido rápidas para localizar bienes y fondos en el exterior, las autoridades colombianas deben atenerse a procedimientos decimonónicos de cooperación internacional para tratar de recuperarlos.

A pesar de ser prófugos, los Nule todavía tienen la posibilidad de mover sus fondos y “corremos el riesgo de que a la larga solamente nos quedemos con la mejor información sobre las vueltas que dieron los bienes públicos hurtados sin poder recuperarlos”, advirtió el exfiscal. “La tramitomanía oficial va en burro mientras los corruptos vuelan en jet”, exclamó.