El shock emocional que sufrió Lidia Rosales al enterarse de la muerte de su esposo, Evaristo Nicolás Hinostroza Aguirre, le provocó sordera. Sus familiares tienen que acercársele al oído para hablarle.

Rosales estaba realizándose unos exámenes en el hospital, cuando dos supuestos sicarios le dispararon a quemarropa a su conviviente, de 68 años.

Crimen
El crimen ocurrió a las 18:00 del pasado miércoles, en la manzana 78 de la cooperativa Colinas de la Florida, en el norte de Guayaquil.

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Hinostroza estaba conversando al frente de su negocio, ubicado en el solar 37, donde también habitaba, cuando dos sujetos de tez trigueña le pidieron dos cervezas.

“Él cruzó para atenderlos y cuando iba a sacar las dos cervezas, uno de esos tipos se levantó de la mesa que está afuera y le disparó”, contó Jéssica Santana, moradora de la zona.

La víctima recibió tres de los cuatro tiros que descargó el asesino, uno de ellos a la altura de la sien derecha. Al escuchar las detonaciones, los vecinos del lugar corrieron a la tienda y encontraron a Hinostroza tirado junto al refrigerador.

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Una hora después, los gritos desgarradores de Rosales evidenciaban el dolor por la pérdida de su compañero por más de 18 años. “Después de eso tiene problemas para escuchar, hay que gritarle”, explicó Cruz Rosales, su hermana.

Ayer, un poco más calmada, Lidia recordó que durante las últimas tres semanas su esposo recibía llamadas anónimas en horas de la madrugada.

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“Él contestaba y yo le preguntaba quién era, y él me decía: ‘No me contestan, no sé quién es’. Eso era lo único que me decía. Lo llamaban a las dos de la madrugada”, explicó la viuda.

Aquellas llamadas, según Lidia Rosales, fueron lo único extraño que notó en Hinostroza, “porque él ni siquiera salía, siempre pasaba conmigo”.

Contó que su conviviente era una persona muy conocida en el sector y que tenía una excelente relación con los demás. “Por eso me extraña lo que ha pasado con él; yo llego y lo que encuentro es historia de él, no estaba cuando él murió”, dijo Rosales entre lágrimas.

Ella permanece en una silla de ruedas debido a la amputación de sus piernas, hace dos años, por el problema de diabetes que padece.

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Moradores de la zona aseguraron que los supuestos sicarios huyeron en una motocicleta después del crimen. “Dicen que estuvieron desde las 16:00 dando vueltas por el sector”, indicó Jéssica Santana.

La muerte de Hinostroza trajo preocupación en los allegados de Lidia Rosales, al no saber quién se hará cargo de ella, pues la víctima era quien la ayudaba en todo.

“No sabemos qué hacer porque ninguno de los familiares vivimos cerca de ella”, indicó Cruz Rosales.

Ayuda
Al dolor por la muerte de su esposo, a Lidia Rosales se le suma la incertidumbre de no saber cómo costear el tratamiento de su enfermedad, pues él era quien le ayudaba. Se informó que la pareja no tuvo hijos.

Por la necesidad, la viuda solicitó a quienes puedan ayudarla llamar a los teléfonos (04) 226-3489 y (08) 586-1672.

Otro caso: Asesinada en bus
Un disparo
Con un tiro en la cabeza fue asesinada Nexi Lourdes Cedeño Vergara (24) en un bus al norte de Guayaquil, a las 14:00 de ayer. Cedeño, que se dirigía a su casa en Bastión Popular, iba en el micro de la línea 131-2 de placa GAY-399 cuando un sicario la mató a sangre fría. El crimen se produjo en la av. Francisco de Orellana, a la altura del colegio militar Teniente Hugo Ortiz. El asesino huyó en un taxi amarillo que lo esperaba.