Para que todos los países del mundo alcancen los niveles de desarrollo y consumo de Norteamérica, por ejemplo, se necesitarían nueve planetas, dice el último informe de Naciones Unidas sobre el Desarrollo Humano. Pero solo tenemos uno, y los países de América del Sur, ricos en recursos naturales, también aportan a su deterioro.

En Sudamérica, Ecuador registra el mayor impacto ambiental relativo, es decir, en relación con los recursos naturales que posee, es el que más contamina, según el informe Tendencias en ambiente y desarrollo en América del Sur, presentado en mayo pasado por el Centro Latino Americano de Ecología Social (Claes).

La organización realiza desde hace varios años la descripción de América Latina dentro de los informes ambientales del Programa de Medio Ambiente de las Naciones Unidas (Pnuma). Sin embargo, en el periodo 2009-2010 consideró necesario un reporte específico sobre Sudamérica, con una mayor cobertura sobre las políticas públicas, explica Eduardo Gudynas, uno de los tres redactores principales del informe.

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De acuerdo con la Evaluación de impacto ambiental relativo de los países, supervisada por la Universidad de Durham, Reino Unido, Ecuador se ubica en el puesto número 22 en el cuadro mundial, muy cerca de Perú, entre otros territorios de América del Sur.

La pérdida de los bosques es una de las principales razones por las cuales los países sudamericanos encabezan la lista de impacto ambiental, según la Evaluación de los recursos forestales mundiales, hasta marzo del 2010, elaborada por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), donde además se describe que América del Sur y África poseen la mayor pérdida neta de bosques a escala mundial, detallando que el nuevo continente alcanzó los cuatro millones de hectáreas deforestadas durante la primera década del siglo XXI.

El informe de Claes describe que al analizar la cobertura de protección del continente, se encuentra que más de la mitad de los países no alcanzan el 10% de su territorio dentro de áreas protegidas. A esto se suma el retroceso de los glaciares, que según la misma fuente, en Ecuador se han disminuido el 35% de su cobertura original.

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Efecto invernadero
Cuando se habla del cambio climático, el fenómeno que incide en el calentamiento global es uno de los temas principales. El informe de Claes describe que las emisiones sudamericanas de gases de efecto invernadero representan más del 11% de las emisiones totales mundiales. Si se consideran esos registros en relación con el número de habitantes, las emisiones per cápita de los países sudamericanos alcanzan las 12,1 toneladas de dióxido de carbono (CO2) por persona, en promedio. (Dato del año 2000, el último en los registros oficiales).

Este valor se acerca a la media de los países desarrollados, de 14,1 toneladas por persona, y es casi el doble del promedio mundial.

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El motivo: las emisiones de CO2 proveniente de la deforestación, el metano y el óxido nitroso, que se originan en la agricultura y ganadería. En Ecuador y Brasil, por ejemplo, aproximadamente el 80% de las emisiones de dióxido de carbono provienen de la deforestación, pues la pérdida de bosque incrementa el óxido nitroso y el metano, gases que potencian el calentamiento atmosférico.

Con base en datos de los organismos oficiales de cada país, Claes estima que Sudamérica posee entre el 18% y 26% de los sumideros de carbono del mundo. Pero estos están en los bosques, ecosistemas que se están reduciendo rápidamente como consecuencia de las actividades agropecuarias, mineras o la construcción de infraestructura. “Por lo tanto, la discusión sobre cambio climático implica un debate sobre políticas rurales”, proponen.

El documento se refiere a la extracción de grandes volúmenes de recursos naturales, como extractivismo. Esta práctica implica la exportación de materia prima, con limitado o nulo procesamiento. Según datos (2008), de la Comisión Económica para América Latina, del total de exportaciones de Ecuador, Bolivia, Perú y Colombia, la cifra alcanza el 81%.

Pero el informe de Claes también expone el término neoextractivismo, donde resalta a la iniciativa Yasuní ITT –que plantea una moratoria de explotación petrolera en los bloques Ishpingo, Tambococha y Tiputini, del Parque Nacional Yasuní, en la Amazonía del Ecuador– como una de las propuestas más prometedoras para combinar la conservación ambiental y la economía.

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Expectativas
Eduardo Gudynas opina que Ecuador es uno de los países de América Latina con las mejores posibilidades para entrar en una senda de desarrollo sostenible. “Se dice repetidamente que no hay dinero para ello y que por eso es necesario seguir exportando productos primarios. Pero nuestras evaluaciones indican que hay fondos y subsidios que se destinan a emprendimientos de alto impacto ambiental, poca generación de empleo y bajo bienestar local. Por lo tanto, es necesaria una discusión sobre la forma de asignación del gasto público”.

La ecóloga Silvia Benítez, de la organización internacional The Nature Conservancy, sede Ecuador, opina que más allá de las políticas, se necesita crear un equilibrio entre el ser humano y la naturaleza. “Cada persona puede hacer mucho por el ambiente. Reducir nuestros consumos y tener hábitos ecológicos generarían un cambio importante”.