Aunque no dejan de atender en la pequeña tienda que tienen en su casa, ubicada en Medardo Ángel Silva y la 11 (suroeste de Guayaquil), Juan Vicente Caina Pozo y su esposa, Rosa Guambaña, están atentos al sonido del teléfono.

A un costado está un altar con varios santos y una foto de su nieto Danny Cedeño Caina, de 25 años, una de las víctimas mortales que dejó el accidente ferroviario el pasado miércoles en la localidad española de Castelldefels (cerca de Barcelona), en el que murieron otros seis ecuatorianos.

Los ancianos esperan ansiosos saber si el cadáver de su nieto, a quien criaron desde los 13 años, será repatriado para sepultarlo en Ecuador. Ambos recuerdan que cuando Jacqueline Caina, madre de Danny, viajó a España, ellos asumieron la responsabilidad de cuidar al joven. “Y lo hicimos muy bien, hicimos de mi nieto un hombre de bien, se graduó con las mejores calificaciones en la Academia Naval Almirante Illingworth, fue un excelente estudiante y sus compañeros venían a buscarlo para que les enseñe las materias”, comenta Rosa.

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La última vez que vieron a su nieto fue hace cuatro años. “Regresó a los dos años de haberse ido a España y desde entonces no lo vimos más, solo hablábamos por teléfono”, dice Rosa, con quien Danny se comunicó hace dos semanas para indicarle que estaba trabajando y que le iba a enviar “todo su sueldo para que me lo gaste acá, pero era broma porque él siempre bromeaba conmigo”, recuerda Rosa con tristeza.

Diego salvó a su hermano
Entre el grupo que decidió ese noche cruzar la vía férrea para asistir a una verbena en la playa en honor a San Juan y que finalmente fue embestido por un tren de alta velocidad, también estaba el quiteño Diego Chamorro, de 23 años.

“Se me va la media vida con mi guagüito”, dice con honda tristeza Elsa Zambrano, de 71 años, al recordar a su nieto. Mientras mira una foto del joven, en medio de su sala en un barrio céntrico de la capital, cuenta que era fanático del fútbol y en especial de la Liga de Quito. Recuerda su dedicación al estudio en el colegio Andino, en la Universidad Autónoma de Quito (UNAQ) antes de partir el 4 de diciembre del 2009 a España, donde iba a reunirse con su progenitora, Silvia Pinchao.

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Su hija emigró a esa nación hace 10 años tras quedarse viuda, mientras sus nietos: María Fernanda, hoy de 26 años; Diego, de 23; y Javier de 17, se quedaron con ella.

El plan de la familia Chamorro Pinchao era retornar el Ecuador en unos dos años, una vez que Diego terminara sus estudios de informática allá e intentara abrirse campo en el mundo laboral.

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Relata que en la tragedia estaban cinco personas de su familia, tres sobrinas nietas, Javier y Diego. “Entonces Dieguito se cruza, y en eso le alcanza a ver que el hermano también ya avanzaba, pero él ya no alcanzó a retroceder y lo que hizo fue darle un golpe a Javier para que se vaya para atrás por salvarle al hermano por lo menos”, menciona.

Se fue siendo una niña
En la parroquia La Avanzada, perteneciente al cantón Santa Rosa en El Oro, se vive una historia similar por la muerte de Janela Lizeth Luna, de 16 años. “Una amiga desde España nos llamó y nos dijo que mi nieta había sufrido un accidente y que estaba muerta”, dice aún aturdida la abuela de Janela, Rosa Nieves, quien desde el viernes permanece junto al teléfono, esperando llamadas desde España y así conocer más novedades del hecho doloroso. Mientras no deja de ver las fotos de su nieta y llora recordándola.

“Mi nieta vivía aquí y se fue cuando tenía 5 años, estaba estudiando en España y quería seguir periodismo”, recuerda su abuelita, quien al igual que el resto de la familia, esperan que el cuerpo de la joven sea repatriado lo antes posible y que el Gobierno a través de la Secretaría Nacional del Migrante (Senami) preste el apoyo económico porque los padres de la joven están sin trabajo en España desde hace ocho meses.

En el 2007 fue la última vez que Janela Lizeth estuvo en la casa de su abuelita, quien recuerda que “ella quería venir en agosto de este año porque cumplía 17 años. Los padres de Janela viajaron a España hace 11 años, pero ya pensaban en retornar a Ecuador por los problemas económicos que atraviesan. La familia aún no sabe si con la muerte de Janela esos planes se adelantarán.

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Se le muere otro hijo
En tanto, el viernes temprano, aún aturdidos y también esperando más noticias desde España, los familiares de Jinson Eduardo Silva García, de 19 años, otra de las víctimas mortales del accidente, conversaban tristes y preocupados en el portal de la casa de la familia en San Luis de Pambil, provincia de Bolívar.

Inés García , tía de Jinson , con tono apesadumbrado indica que a las 04:00 del jueves los llamó Roberto Silva, su hermano y padre de Jinson, quien reside en España desde hace unos 6 años, para decirles que había ocurrido un accidente en la línea del tren donde se encontraba su hijo, que había como doce muertos y entre ellos su hijo. Todos en ese momento se levantaron y con lágrimas recordaron a Jinson.

Más dolorosa fue la reacción de Ninfa García, madre de Jinson, quien se arrodilló a orar y pedirle a Dios que no fuera verdad lo que acababa de escuchar. Ella, quien también estuvo en España, se había regresado hace dos años.

“¡Mi hijo no, no puede ser! , si él es un chico tranquilo, no te me lo lleves”, imploraba Ninfa, a quien hace 18 meses se le murió otra hija, Laura, de 19 años, quien había ido también a España, pero estando allá le detectaron un cáncer y se regresó a su tierra, donde falleció.

Betty Rodríguez, abuela de Jinson, recuerda a su nieto como un chico tranquilo, dedicado a los estudios, quien se fue a España hace dos años a trabajar y estudiar porque quiere ser técnico en computación.

Todas las mujeres en la casa usaban blusas negras en señal del duelo por la muerte de Laura y ahora las seguirán utilizando por Jinson.

Condolencias
El Tribunal de Justicia de Cataluña rebajó a 12 el número de víctimas del accidente de Castelldefels, basándose en los análisis del equipo de forenses, y ratificó la finalización del proceso de identificación, que deja como saldo final 7 ecuatorianos muertos. Ayer fue incluido en la lista oficial Jinson Eduardo Silva García, uniéndose a Danny Cedeño Caina, Diego Fernando Chamorro Pinchao, Janela Lizeth Luna Correa, Rosa Vivar Arboleda y Carlos Mejía Aguas, los dos últimos de Balzar. A ellos hay que añadir el nombre de Franklin Chóez Troncoso, de Portoviejo, cuya familia desde Ecuador notificó su muerte.

En el suceso también perdieron la vida los bolivianos Jesús Parada Ayala y Diego Gutiérrez Algarañaz; los colombianos Eliecer Serrano Varón y John Mauricio Osorio; y una rumana de 30 años cuyo nombre aún no se conoce.

La Senami organizó ayer un acto de duelo y solidaridad con las víctimas en el Arco del Triunfo de Barcelona, en el que Galo Chiriboga, embajador de Ecuador en España, pidió que no se “adelanten conclusiones” con respecto a las causas del atropellamiento, para no agrandar el dolor de los familiares. En el acto, al que acudieron unas 500 personas, el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, transmitió el pesar del pueblo de Cataluña por la tragedia sucedida.

También estuvieron representantes de partidos políticos y los cónsules de Perú y Venezuela. Todos dieron el pésame a Richard Olivo, cuñado de Rosa Vivar Arboleda, presente en el lugar, y firmaron un libro de condolencias.

El atropello dejó 14 personas heridas, entre los que también hay ecuatorianos. De los heridos, diez continuaban hospitalizados, tres “en estado crítico”, dos graves y cinco leves y “podrían pasar hoy a planta, después de haber sido intervenidos por traumatismos”, indicó en un comunicado la Generalitat de Cataluña.

El gobierno español atribuyó el accidente a la imprudencia de los pasajeros. La estación de tren tenía un paso elevado para cruzar las vías que estaba cerrado y otro subterráneo colapsado por los viajeros. Muchos testigos han indicado que en la estación había poca luz y que no había suficiente señalización.

Siete minutos después del accidente, entraba un equipo de seguridad de Renfe, cuya tarea era controlar la avalancha de gente que se produce todos los años en la fecha.