Fernandito, de 8 años, quisiera dejar de ser pobre y que se concrete su sueño de correr en extensos parques con sus hermanos por lo menos una hora a la semana. Pese a que su condición socioeconómica lo limita, justifica su madre, este niño se las ingenia en casa para construir con palos y cañas mesas y sillas de la “escuelita”, su juego favorito de fines de semana.

Desconoce, al igual que muchos, que la recreación es su derecho como niño (cuyo día internacional se celebrará mañana), pues le sirve para su formación emocional, intelectual y social. A él, las labores en el hogar le quitan tiempo y en la escuela es el único sitio donde aprovecha los 30 minutos del recreo para descargar sus energías e imaginación. Él juega cuatro horas semanales cuando psicólogos de infantes sugieren un mínimo de ocho horas.

Fernandito forma parte de un grupo de 77 niños de 364 encuestados por EL UNIVERSO de 11 escuelas de la urbe –entre particulares, fiscales y fiscomisionales– que aseguran dedicarle menos de una hora diaria a la recreación. Los consultados oscilan entre los 8 y 13 años. A la cifra le siguen 75 chicos con dos horas diarias de juego.

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Y entre las opciones de diversión prevalecen con el 61% las actividades que limitan la sociabilización física con otros niños como los juegos electrónicos (consolas y máquinas) y de computadoras, el celular y la televisión, frente al 39% de actividades como las deportivas y artísticas, que según psicólogas y pedagogas consultadas por este Diario, ayudan a desarrollar la formación del infante.

“Es uno de los requisitos fundamentales en la vida y educación del niño porque los estimula, recrea, ejercita física y mentalmente e influye para que crezcan y se conserven en un ambiente sano y cordial”, explica Carmen Lastra, pedagoga y directora del programa de Inclusión de la Unidad Educativa Delfos.

El restringir directa o indirectamente el derecho al juego de los niños no diferencia posición socioeconómica, étnica ni cultural, porque en casos como el de Cristhian, de 10 años, que asegura tenerlo todo, los bienes materiales no le retribuyen la parte afectiva, pues no tiene familiares cercanos con quienes compartir sus juguetes.

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“Prefiero dormir después de hacer los deberes porque ya me aburrí del play station, nintendo wii, patinetas, bicicleta. Mis papás trabajan todo el día y hasta los fines de semana y casi nunca juego con ellos. Mi hermano mayor ya no vive con nosotros”, cuenta el pequeño, quien extraña las actividades en familia como ir de paseo o a la piscina que realizaba hace cuatro años.

La falta de tiempo de los padres y de su inclusión en las actividades recreativas hacen que los chicos creen también apatía por el juego, dice la psicóloga Hellen Porro, de la escuela fiscomisional Esteban Cordero, ubicada en Mapasingue este.

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A esto se suma la falta de espacios de recreación en el sector y la inseguridad. “Muchos padres tampoco los dejan salir a jugar porque no hay sitios acordes (cerro de Mapasingue), y para que estén en la calle solos y aprendan malos hábitos prefieren dejarlos en casa”, dice.

Porro y Lastra señalan que el derecho a la recreación no se cumple en su totalidad.

El realizar actividades recreativas con los padres está en quinta posición en la Primera Encuesta de la Sociedad Civil de la Niñez y Adolescencia del 2010, que efectuó desde noviembre pasado el Observatorio de la Niñez y Adolescencia del Ecuador en 2’566.831 infantes. De estos, solo el 13,7% comparte con sus progenitores.

“El que los padres trabajen no es excusa. Hay que darse tiempo, decirles lo importante que son para nosotros. Hay un abanico de posibilidades para hacer con ellos, como viajes, paseos de fines de semana, comer juntos aunque sea el desayuno”, explica María Fernanda Aguirre, psicóloga de la unidad Educativa Alemán Humboldt.

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Agrega que no es necesario castigar al menor cuando solo quiere jugar. “Se le debe enseñar al niño que para cada actividad (hacer las tareas, estudiar, salir a jugar, paseos) hay un tiempo”, destaca.

La falta de juego
Cuando los niños no juegan en casa, dicen los profesionales, pueden generar conductas agresivas, introvertidas o están ansiosos por salir al recreo. También hay casos de apatía al juego en la escuela.

En la Constitución
La Carta Magna y el Código de la Niñez garantizan el derecho de los niños, niñas y adolescentes a la recreación.

Cifras

73,5%
Hacen deportes. Este porcentaje revela la primera actividad que realizan los menores en una encuesta nacional a 2’566.831 niños efectuada por el Observatorio de la Niñez y Adolescencia.

58,6%
Ven televisión. Según la encuesta, este apartado está en segundo lugar por encima de compartir con los amigos.

13,7%
Comparten con padres. Según el Observatorio, el divertirse con los papás está en quinto lugar. Y el usar juegos electrónicos, en noveno con el 7,5%.