Analistas económicos recomiendan que se reduzca la cadena de
intermediarios, en lugar de realizar operativos en los mercados o fijar
precios por decretos. Con ello –dicen– se reducirán los costos de los
víveres en los mercados.

Datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos ubican a Guayaquil en el segundo lugar, después de Loja, entre las ciudades que registran un mayor crecimiento del índice de intermediación.

Euclides García, de 43 años se considera simplemente un comerciante, no asume que él es parte, desde hace dos años, de lo que en economía se conoce como un intermediario en la cadena de producción.

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Y no lo tiene claro porque según él, el intermediario es aquel distribuidor a quien le compra cada noche 400 o 500 racimos de verde o aquellos clientes suyos, vendedores de mercados o tenderos. En realidad, intermediarios son todos ellos.

“Incluso pueden ser más”, dice Jaime Carrera, secretario del Observatorio de la Política Fiscal: “Un intermediario es toda persona que intermedia entre la cosecha de la tierra hasta que llega al consumidor”.

De cuán larga sea la cadena de intermediarios depende la formación del precio de un producto. De ahí que analistas consultados estiman que la intermediación ha influido en las continuas alzas de algunos precios de víveres que se han presentado en el país en las últimas semanas. Euclides García, por ejemplo, es el segundo intermediario, después del distribuidor. En tercer lugar se ubica el comerciante minorista, en cuarto lugar el tendero y hasta puede haber un quinto. “También lo es aquel que está vendiendo choclos en un semáforo”, comenta Roberto Villacreses, analista del Instituto Ecuatoriano de Economía Política (IEEP).

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Por la intermediación, el costo de la producción de un quintal de papas puede llegar a duplicarse, incluso triplicarse cuando llega a las manos del consumidor final. Según datos del Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos (INEC), en abril pasado Guayaquil se ubicó (con el 1,82%) en el segundo lugar de crecimiento del índice de intermediación, después de Loja (5,03%).

Durante un recorrido en mercados mayoristas como la Terminal de Transferencia de Víveres de Guayaquil y tres minoristas de la ciudad se evidenció el impacto de la cadena de intermediarios en los precios.

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Euclides García, por ejemplo, compró la noche del lunes 400 racimos de verde a un costo de $ 2,50 cada uno. El distribuidor que le entrega le ha pagado al productor $ 2.

“Yo lo vendo a $ 3, pero en el mercado sacan $ 4,50 de un racimo”, dice para atribuir la responsabilidad al minorista o al tendero del incremento de los precios. El verde se encarece, explica él, según la temporada. En invierno, las lluvias afectan las vías y dificultan el transporte a las ciudades. Otras veces hay escasez del producto. “El Día de la Madre no hubo mucho verde, los agricultores no cortaron ese día, solo pude comprar 200 racimos, ahí sube el precio”, explica García.

De $ 2 que costó la producción de ese alimento, el consumidor puede llegar a pagar hasta $ 5, más del doble, por el racimo en el mercado. Algo similar ocurre con el limón, cuenta Valerio Paltán, comerciante alterno de la Terminal de Transferencia de Víveres de la urbe, en la que a diario entran unos 3 mil camiones con víveres cada noche y trabajan unos 1.300 mayoristas.

Antes de hablar de costos, él aclara: “Todos los días no es el mismo precio”. El saco de limón zona, como él llama al de mejor calidad, costó $ 18 el martes y $ 25 el lunes.

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“Yo vendo a $ 19 el saco, lo que pasa es que todos los días no entra limón zona, porque viene desde Huaquillas”, indica Paltán, un chimboracense que lleva diez años de intermediario en Guayaquil.

En mercados como el de las calles 28 y la J se compra cada limón a $ 0,07 y $ 0,10. Del mismo saco que vendió Paltán se pueden obtener hasta $ 25 si se vende al menudeo.

Por eso, Samuel Mora prefiere reducir la cadena de intermediarios para no sufrir el impacto de los precios. Dos veces por semana acude hasta la Terminal de Transferencia de Víveres para comprar los productos que necesita la compañía South American Marine Engineering & Services, para la que trabaja como proveedor.

Esta empresa se dedica a abastecer de víveres a los buques y embarcaciones. “Siempre vengo a esta hora (10:00 del martes pasado) porque sé que los mayoristas hacen remates, una caja de tomates me la venden en $ 19 y no en $ 20 como en la madrugada”, dice Mora, de 50 años, al precisar que la misma caja de tomates costó la semana pasada $ 14.

Él recorrió la noche del lunes el mercado de mariscos Caraguay. “La semana pasada pagué $ 2,50 la libra de camarón, pero ayer (lunes) tuve que cancelar $ 3,50”, se quejó.