Bien está que las empleadas domésticas tengan mejor sueldo, se las afilie al IESS (Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social) y que se piense en el bienestar de ellas; pero ¿y qué hay de las garantías a los patronos que muchos somos de clase media o jubilados, que apenas recibimos una remuneración que nos alcanza para medio comer o medio atender nuestra salud? ¡Con nuestros bajos presupuestos es ya imposible tener doméstica!

Solo escuchamos en cadenas, los sábados, ofrecimientos de maravillas para las empleadas domésticas: aumento de salario, seguridad social, décimos, les crean sitios para que denuncien cualquier descontento que tengan sobre sus patrones, que uno les debe dar un cuarto que no esté cerca de la cocina sino dentro de la casa y con televisores plasma, aire acondicionado, etcétera, cuando ni nosotros podemos tener todas esas comodidades porque la plata no alcanza.

¿Y cuándo nos dirán a dónde debemos ir los patrones a denunciar o pedir ayuda a alguna autoridad para que responda cuando las domésticas tienen por gusto el televisor, focos, prendidos toda la mañana y tarde; dejan la ducha y llaves de agua abiertas; faltan por días o llegan tarde cuando quieren; se van antes de terminar su jornada de trabajo; llevan sin permiso a hijos traviesos, familiares enfermos a nuestras casas y les dan de comer; cuando rompen, dañan, gastan, ensucian, desaparecen nuestras cosas? ¿Dónde están esas oficinas de apoyo al empleador contra los  abusos de domésticas? ¡Basta ya!

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Carmela de Santos,
Guayaquil