En un escenario que según los científicos se repite con frecuencia, un bote pesquero comercial saca una red llena de camarones o atún con una tortuga caguama entre ellos.

Matthew Godfrey, un biólogo, dice que eso ocurre una o dos veces por día entre las flotas pesqueras que operan en la costa sudeste de Estados Unidos. Esa cifra puede representar millares de ejemplares por año para una especie de tortuga que ha habitado los océanos durante 200 millones de años, pero que ahora enfrenta amenazas crecientes.

Godfrey es uno de los autores del informe federal más reciente sobre el antiguo reptil en riesgo de extinción, en gran medida debido al aumento de la pesca comercial.

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El estudio, difundido el mes pasado, pronosticó fuertes declinaciones en el mundo en los próximos años, incluyendo una zona de anidación en el sudeste de Estados Unidos que es una de las mayores del mundo.

Lamentablemente, muchas veces el hábitat de los peces buscados y el de la tortuga se superponen, dijo Godfrey, de la Comisión de Recursos Silvestres de Carolina del Norte. Las tortugas respiran aire y por eso necesitan subir a la superficie, pero si quedan enganchadas en la red no pueden subir y esencialmente mueren ahogadas.

La tortuga caguama está incluida entre las especies amenazadas desde 1978. Este nuevo informe pone mayor presión sobre el gobierno para cambiar su estatus a condición en peligro y restringir la pesca comercial.

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Pero aun con la mayor atención que puede concitar estar en la lista de especies en peligro podría no salvar a las tortugas, que migran miles de kilómetros (millas) por el mar.

El informe fue encargado por el Servicio Nacional de Pesca a causa de pedidos de grupos ambientalistas, que dicen que el gobierno no se moviliza lo suficiente para proteger la tortuga caguama. Muchos de los autores del estudio trabajan para las agencias federales que decidirán si cambiar su condición a especie en peligro de extinción.